#09 /
Cómo lo ve Zion/ Com ho veu Zion /How Zion sees it
08 Noviembre 2025

Llisca cap avall per llegir en català i anglès.
Swipe down to read in Catalan and English.
Hoy empezó nuestra gran aventura por el mundo, pero no todo salió como esperábamos.
El primer avión se retrasó y cuando llegamos a Milán vimos que el segundo vuelo, el que nos tenía que llevar a la isla de Kos, ya se había ido. Me puse muy nerviosa porque pensé que tendríamos que dormir en el aeropuerto.
Al final, papá y mamá encontraron otro vuelo el mismo día: primero a Viena y luego a Kos. Tuvimos que correr muchísimo para no perderlo, hacía mucho calor y terminé agotada, pero llegamos a tiempo.
Cuando por fin aterrizamos en Kos, sentí una mezcla de cansancio, alegría y emoción.
En Kos teníamos planeado ir un día en un barco pirata. Me gustó… y no tanto. Había mucha gente y la música estaba muy alta. Yo pensaba que sería más tranquilo.
Pero me encantó el tobogán y sobre todo bailar con María, una chica muy simpática que trabaja en un hotel de animadora y que un día a la semana se sube al barco con los turistas. Bailamos juntas y me dejó dibujar en su tablet.
También conocí a un lorito que se llamaba Juan. Era muy bonito y cuando le dábamos pistachos los cogía con mucho cuidado. Luego lo subían a la parte de arriba del barco, donde había más música y gente haciéndose fotos con él. Su dueño le daba patatas chips con la boca cada vez que alguien se hacía una foto.
Yo creo que en vez de llevar tanta gente podrían hacer viajes más tranquilos, con familias, y que no le dieran patatas a Juan, sino pistachos, porque si no un día se pondrá malito.
Durante el paseo en barco hicimos una parada para bañarnos y hacer esnórquel. El agua era preciosa y había muchos peces. Nos alejamos un poco del barco para verlos mejor y de repente me di cuenta de que el barco empezaba a irse. Los avisé y nadamos rápido de vuelta. ¡Menos mal que me di cuenta a tiempo!
Aun con los sustos y el cansancio, fue un día que no olvidaré. Fue solo el primer día del viaje, y ya han pasado tantas cosas…
Después de estar en Kos fuimos a Kalymnos.
En el ferry conocimos a dos chicos y una chica de Turquía que eran muy simpáticos. Nos ayudaron a llevar las mochilas porque pesaban muchísimo, y cuando bajamos del ferry se ofrecieron a llevarnos en su coche hasta nuestro apartamento. Éramos seis personas en un coche para cinco, muy pequeño, pero insistieron y nos metimos todos apretados.
Cuando nos dejaron en la puerta, nos dimos cuenta de que su hotel estaba antes, así que tuvieron que dar toda la vuelta por la carretera de montaña solo para dejarnos allí. Nos dio mucha risa y también un poco de vergüenza, pero fueron muy amables.
El apartamento no era como esperábamos: era pequeñito, con una cama doble y otra pequeña, y del grifo salía agua salada. Dicen que en esa zona el agua dulce se mezcla con la del mar y por eso sale salada.
Me gustó mucho Telendos, una islita que teníamos justo enfrente, a un kilómetro y medio, y a la que se podía ir en barco. También conocí a Sergi, un amigo de papi, que era muy divertido, un poco desastre, pero muy buena persona.
En Kalymnos hay gatos por todas partes. Son muy cariñosos y se dejan tocar sin sacar las uñas. En Telendos creo que había más perros que gatos.
También me llamó la atención que en Kalymnos casi no hay normas: la gente va tres en una moto sin casco, no se ponen cinturón, dejan los coches abiertos y no pasa nada. Un día papi se olvidó la mochila en el aparcamiento de escalada y, cuando volvimos horas después, seguía allí. Nadie la había tocado.
Comimos cosas muy ricas. Me encantó el cordero de la taberna de Teo, que lo cocinaba pinchado en un palo y lo giraba despacito sobre el fuego. Y también me encantó el durum kebab de Jack’s Yiros, que era el mejor kebab del mundo y además barato.
En Kalymnos escalé mi primera vía de primera. Me dio un poco de miedo, pero fue muy divertido.
También me encantó el Monster Café, un sitio donde los papás tomaban café mientras los niños jugaban y es como una guardería donde los padres pueden dejar a los niños mientras van a escalar. Allí conocí a Scott, un niño americano muy tremendo, y a Alana, que hablaba español porque su madre era andaluza y su padre argentino. Jugábamos mucho juntos.
Cuando fuimos a escalar conocí también a unas hermanas de la República Checa con las que hablaba en inglés.
Hicimos esnórquel y vimos esponjas marinas y erizos gigantes, aunque me costaba sumergirme porque el agua tenía mucha sal.
Un día fuimos con Sergi y unos amigos a hacer apnea: bajaban por una cuerda en medio del mar para ver cuántos metros podían descender. Papá bajó una vez, pero uno de los amigos de Sergi bajó tanto que desapareció en la oscuridad del agua y tardó varios minutos en volver a subir. Me dio un poco de miedo.
También fuimos a Telendos en kayak. A la ida papi fue nadando, y Nico también lo intentó, pero tuvimos que ayudarlo con el kayak porque estaba muy lejos. Mami y yo remábamos y decíamos: “Uy, Nico, cuánto pesas, se nota que estás aquí detrás”.
A la vuelta la mami fue nadando y papi y Nico remaban, y yo iba sentada en medio, descansando.
Los días en Kalymnos pasaron volando, y me gustaría volver algún día.
Después fuimos de Kalymnos a Kos, y de Kos a Bodrum en Turquía. Cogimos dos ferris. Turquía me pareció como viajar cien años atrás, sobretodo en una zona muy rural donde las vacas vivían dentro de las casas.
Me gustó ver cómo recogían el algodón con máquinas enormes y probar las mazorcas recién hechas en cocinas de hierro con leña.
Visitamos el lago Bafa y fuimos a hacer escalada en bloque (boulder) con colchonetas en el suelo. Encima de los bloques había tumbas talladas en la piedra.
Turquía está llena de perros callejeros y son muy cariñosos.
Luego fuimos a la zona de Antalya con Sonia y Nico. Probé la Gozleme, que es como una masa fina con queso o carne. También hicimos un desayuno turco gigante con muchos platos: pan, huevos, queso, mermeladas, pimientos, patatas, yogur, mantequilla, olivas, carne y té hecho con leña.
En Antalya escalamos mucho y visitamos ruinas donde había casas excavadas en la roca. También nos bañamos en una poza de agua congelada en medio del bosque.
Los últimos días nos vino a visitar Sergi con Anna. Nos reímos mucho, hicimos amigos españoles, fuimos a escalar con ellos y comimos en un restaurante que era una carnicería: compras la carne y luego te la haces en unas brasas.
De Turquía volamos a Japón, donde nos esperaba Toni con una autocaravana. Nos invitó a viajar con él durante 20 días.
El primer día fuimos al templo de Nara, que estaba lleno de ciervos. Les daba de comer con mi mano y algunos me mordían la ropa para que les diera más.
Toni me dio un diario para poner el sello de los templos que fuéramos visitando. Ese mismo día le dimos un golpe a la autocaravana y salió un agujero al lado de la puerta. En Japón se conduce por el lado contrario y con un vehículo tan grande es más difícil.
Visitamos muchos templos y el que más me gustó fue el último porque era el más tranquilo y menos turístico.
Un día fuimos a las cascadas de Shiraito, que caen en finos hilos de agua como si fueran cabellos. Justo en ese momento salió un arcoíris en medio de las cascadas y parecía de un cuento de hadas.
Otro día hice surf y cogí mi primera ola sola. Fue increíble.
La comida en Japón es un poco diferente, pero me gustaron los pinchos de gambas y la tempura. También descubrí con Toni un helado muy rico de galleta, nata y una capa de chocolate crujiente en el medio.
Ahora estamos en Australia, y aunque llevamos pocos días me está gustando mucho. Hemos visto muchos animales: wallabies, canguros, tiburones, wombats, cocodrilos, lagartos gigantes, koalas y muchos pájaros.
Ayer fuimos a un muelle y conocí a unas chicas y a un niño de 8 años llamado Jackson. Mientras jugábamos, su madre y sus amigas estaban pescando y de repente atraparon un tiburón de un metro y medio. Como la caña era muy pequeña, corrieron hasta la playa y el tiburón se soltó justo antes de sacarlo. Era un tiburón leopardo que no hace daño a las personas. Me impresionó mucho.
Estamos en Cairns, donde las playas son muy bonitas, pero la gente casi no se baña porque hay cocodrilos, tiburones y medusas venenosas. Se me hace raro ver tanta playa bonita y no poder bañarme.
Hoy iremos a una zona con redes en el mar para poder bañarnos sin peligro, aunque dicen que a veces entran medusas o cocodrilos pequeños. Espero que no pase.
Català
Avui ha començat la nostra gran aventura pel món, però no tot ha sortit com esperàvem.
El primer avió es va endarrerir i quan vam arribar a Milà vam veure que el segon vol, el que ens havia de portar a l’illa de Kos, ja havia marxat. Em vaig posar molt nerviosa perquè pensava que hauríem de dormir a l’aeroport.
Al final, el papa i la mama van trobar un altre vol el mateix dia: primer a Viena i després a Kos. Vam haver de córrer molt per no perdre’l, feia molta calor i vaig acabar esgotada, però vam arribar a temps.
Quan finalment vam aterrar a Kos, vaig sentir una barreja de cansament, alegria i emoció.
A Kos teníem planejat anar un dia en un vaixell pirata. Em va agradar… i no tant. Hi havia molta gent i la música era molt alta. Jo pensava que seria més tranquil.
Però em va encantar el tobogan i sobretot ballar amb la Maria, una noia molt simpàtica que treballa com a animadora en un hotel i que un dia a la setmana puja al vaixell amb els turistes. Vam ballar juntes i em va deixar dibuixar a la seva tauleta.
També vaig conèixer un lloro que es deia Juan. Era molt bonic i quan li donàvem festucs els agafava amb molt de compte. Després el pujaven a la part de dalt del vaixell, on hi havia més música i gent fent-se fotos amb ell. El seu amo li donava patates fregides amb la boca cada vegada que algú es feia una foto.
Crec que en lloc de portar tanta gent podrien fer viatges més tranquils amb famílies i que no li donessin patates al Juan, sinó festucs, perquè si no un dia es podria posar malalt.
Durant el passeig amb vaixell vam fer una parada per banyar-nos i fer snorkel. L’aigua era preciosa i hi havia molts peixos. Ens vam allunyar una mica del vaixell per veure’ls millor i de sobte em vaig adonar que el vaixell començava a marxar. Els vaig avisar i vam nedar ràpid de tornada. Sort que me’n vaig adonar a temps.
Tot i els ensurts i el cansament, va ser un dia que no oblidaré mai. Només era el primer dia del viatge, i ja han passat tantes coses…
Després d’estar a Kos vam anar a Kalymnos.
Al ferri vam conèixer dos nois i una noia de Turquia que eren molt simpàtics. Ens van ajudar a portar les motxilles perquè pesaven molt, i quan vam baixar del ferri es van oferir a portar-nos amb el seu cotxe fins al nostre apartament. Érem sis persones en un cotxe per a cinc, molt petit, però van insistir i ens hi vam encabir tots apretats.
Quan ens van deixar a la porta, ens vam adonar que el seu hotel estava abans, així que van haver de fer tota la volta per la carretera de muntanya només per deixar-nos allà. Ens va fer molta gràcia i una mica de vergonya, però van ser molt amables.
L’apartament no era com esperàvem: era petit, amb un llit doble i un de petit, i de l’aixeta en sortia aigua salada. Diuen que en aquella zona l’aigua dolça es barreja amb la del mar i per això surt salada.
Em va agradar molt Telendos, una illeta que teníem just davant, a un quilòmetre i mig, i a la qual es podia anar amb vaixell. També vaig conèixer en Sergi, un amic del papa, que era molt divertit, una mica desastre, però molt bona persona.
A Kalymnos hi ha gats per tot arreu. Són molt carinyosos i es deixen tocar sense treure les ungles. A Telendos crec que hi havia més gats que gossos.
També em va cridar l’atenció que a Kalymnos gairebé no hi ha normes: la gent va tres en una moto sense casc, no es posen cinturó, deixen els cotxes oberts i no passa res. Un dia el papa es va oblidar la motxilla a l’aparcament d’escalada i quan hi vam tornar hores després, encara hi era. Ningú no l’havia tocat.
Vam menjar coses molt bones. Em va encantar el xai de la taverna del Teo, que el cuinava clavat en un pal i el girava a poc a poc sobre el foc. I també em va encantar el durum kebab del Jack’s Yiros, que era el millor kebab del món i a més barat.
A Kalymnos vaig escalar la meva primera via de primera. Em feia una mica de por, però va ser molt divertit.
També em va encantar el Monster Café, un lloc on els pares prenien cafè mentre els nens jugaven, i és com una guarderia on els pares poden deixar els nens mentre van a escalar. Allà vaig conèixer en Scott, un nen americà molt trempat, i l’Alana, que parlava castellà perquè la seva mare era andalusa i el seu pare argentí. Jugàvem molt junts.
Quan vam anar a escalar vaig conèixer també unes germanes de la República Txeca amb qui parlava en anglès.
Vam fer snorkel i vam veure esponges marines i eriçons gegants, tot i que em costava submergir-me perquè l’aigua tenia molta sal.
Un dia vam anar amb en Sergi i uns amics seus a fer apnea: baixaven per una corda al mig del mar per veure quants metres podien baixar. El papa va baixar una vegada, però un dels amics del Sergi va baixar tant que va desaparèixer en la foscor de l’aigua i va trigar uns quants minuts a tornar a pujar. Em va fer una mica de por.
També vam anar a Telendos amb caiac. A l’anada el papa va nedar, i en Nico ho va voler provar també, però vam haver d’ajudar-lo des del caiac perquè era molt lluny. La mama i jo remàvem i dèiem: “Ui, Nico, com peses, es nota que ets aquí darrere.”
A la tornada, la mama va anar nedant i el papa i en Nico remaven, i jo anava asseguda al mig, descansant.
Els dies a Kalymnos van passar volant, i m’agradaria tornar-hi algun dia.
Després vam anar de Kalymnos a Kos, i de Kos a Bodrum a Turquia. Vam agafar dos ferris. Turquia em va semblar com viatjar cent anys enrere, sobretot en una zona molt rural on les vaques vivien dins de les cases.
Em va agradar veure com recollien el cotó amb màquines enormes i tastar les panotxes acabades de fer en cuines de ferro amb llenya.
Vam visitar el llac Bafa i vam fer escalada en bloc (boulder) amb matalassos al terra. A sobre de les roques hi havia tombes tallades a la pedra.
Turquia està plena de gossos de carrer i són molt carinyosos.
Després vam viatjar a la zona d’Antalya amb la Sònia i en Nico. Vaig tastar la Gozleme, que és com una massa fina amb formatge o carn. També vam fer un esmorzar turc gegant amb molts plats: pa, ous, formatge, melmelades, pebrots, patates, iogurt, mantega, olives, carn i te fet amb llenya.
A Antalya vam escalar molt i vam visitar ruïnes amb cases excavades a les roques. També ens vam banyar en una gorga d’aigua gelada al mig del bosc.
Els últims dies ens van venir a veure en Sergi i l’Anna. Ens vam riure molt, vam fer amics espanyols, vam anar a escalar i vam menjar en un restaurant que era una carnisseria: compres la carn i te la cuines a les brases.
Després vam volar des d’Antalya fins al Japó, on ens esperava en Toni amb una autocaravana. Ens va convidar a viatjar amb ell durant vint dies.
El primer dia vam visitar el temple de Nara, que estava ple de cérvols. Els vaig donar menjar amb la mà i alguns em mossegaven la roba perquè volien més.
En Toni em va regalar un diari per posar-hi els segells dels temples que visitéssim. Aquell mateix dia vam donar un cop a l’autocaravana i es va fer un forat al costat de la porta. Al Japó es condueix per l’altre costat i amb un vehicle tan gran era difícil.
Vam veure molts temples i el que més em va agradar va ser l’últim perquè era el més tranquil i menys turístic.
Un dia vam anar a les cascades de Shiraito, on l’aigua cau en fils fins com si fossin cabells. Just en aquell moment va aparèixer un arc de Sant Martí entre les cascades i semblava de conte.
Un altre dia vaig fer surf i vaig agafar la meva primera ona sola. Va ser increïble.
El menjar al Japó és una mica diferent, però em van agradar els pinxos de gambes i la tempura. També vaig descobrir amb en Toni un gelat molt bo de galeta, nata i una capa de xocolata cruixent al mig.
Ara som a Austràlia, i tot i que fa pocs dies que hi som, m’està agradant molt. Hem vist molts animals: wallabies, cangurs, taurons, wombats, cocodrils, llangardaixos gegants, coales i molts ocells.
Ahir vam anar a un moll i vaig conèixer unes noies i un nen de vuit anys anomenat Jackson. Mentre jugàvem, la seva mare i les seves amigues estaven pescant i de sobte van atrapar un tauró d’un metre i mig. Com que la canya era petita, van córrer fins a la platja i el tauró es va deslligar just abans de treure’l. Era un tauró lleopard que no fa mal a les persones. Em va impressionar molt veure’l.
Som a la zona de Cairns, on les platges són molt boniques, però la gent gairebé no es banya perquè hi ha cocodrils, taurons i meduses verinoses. Em sembla estrany veure platges tan boniques i no poder-me banyar.
Avui anirem a una platja amb xarxes dins del mar per poder-nos banyar sense perill, encara que diuen que de vegades hi entren meduses o cocodrils petits. Espero que no passi.
English
Today our great adventure around the world began, but not everything went as we expected.
The first plane was delayed, and when we arrived in Milan we saw that the second flight, the one that was supposed to take us to the island of Kos, had already left. I got very nervous because I thought we would have to sleep at the airport.
In the end, Dad and Mom found another flight the same day: first to Vienna and then to Kos. We had to run a lot not to miss it, it was very hot, and I ended up exhausted, but we made it.
When we finally landed in Kos, I felt a mix of tiredness, joy, and excitement.
In Kos we had planned to go one day on a pirate ship. I liked it… and not so much. There were a lot of people and the music was very loud. I thought it would be quieter.
But I loved the slide and especially dancing with María, a very nice girl who works as an entertainer at a hotel and once a week goes on the ship with tourists. We danced together and she let me draw on her tablet.
I also met a little parrot named Juan. He was very cute, and when we gave him pistachios he took them very gently. Later they brought him upstairs, where there was more music and people taking pictures with him. His owner fed him potato chips from his mouth every time someone took a photo.
I think instead of taking so many people, they could make calmer trips with families, and they shouldn’t give Juan chips but pistachios, or he might get sick one day.
During the boat trip we stopped to swim and do some snorkeling. The water was beautiful and full of fish. We swam a bit away from the boat to see them better, and suddenly I noticed the boat was leaving. I warned everyone and we swam back quickly. Good thing I saw it in time.
Even with the scares and the tiredness, it was a day I’ll never forget. It was only the first day of the trip, and so much has already happened…
After staying in Kos we went to Kalymnos.
On the ferry we met two boys and a girl from Turkey who were very kind. They helped us carry our backpacks because they were really heavy, and when we got off the ferry they offered to take us in their car to our apartment. There were six of us in a car made for five, very small, but they insisted and we all squeezed in.
When they dropped us off at the door, we realized their hotel was before ours, so they had to drive all the way back around the mountain road just to leave us there. It made us laugh and feel a bit embarrassed, but they were so nice.
The apartment wasn’t as we expected: it was small, with a double bed and a little one, and the water from the tap was salty. They say in that area fresh water mixes with seawater, so it comes out salty.
I really liked Telendos, a small island just in front of us, about a kilometer and a half away, which you could reach by boat. I also met Sergi, one of Dad’s friends, who was very funny, a bit messy, but a really good person.
Kalymnos is full of cats. They are friendly and let you pet them without scratching. In Telendos I think there were even more cats than dogs.
I also noticed that in Kalymnos there are almost no rules: people ride three on a motorbike without helmets, don’t wear seatbelts, leave their cars unlocked, and nothing happens. One day Dad forgot his backpack in the climbing parking area, and when we came back hours later, it was still there. Nobody had touched it.
We ate delicious food. I loved the lamb at Teo’s taverna, which he cooked slowly on a stick over the fire. And I also loved the durum kebab from Jack’s Yiros, which was the best kebab in the world and also really cheap.
In Kalymnos I climbed my first lead route. I was a little scared, but it was fun.
I also loved the Monster Café, a place where parents could have coffee while kids played. It was like a little daycare where climbers could leave their kids while they went climbing. There I met Scott, a fun American boy, and Alana, who spoke Spanish because her mom was from Andalusia and her dad from Argentina. We played a lot together.
When we went climbing I also met some sisters from the Czech Republic and spoke with them in English.
We went snorkeling and saw sea sponges and giant sea urchins, though it was hard for me to dive because the water was so salty.
One day we went with Sergi and his friends to do freediving: they went down along a rope in the middle of the sea to see how deep they could go. Dad went down once, but one of Sergi’s friends went so deep he disappeared into the darkness and didn’t come back up for several minutes. It scared me a little.
We also went kayaking to Telendos. On the way there, Dad swam, and Nico tried too, but we had to help him from the kayak because it was very far. Mom and I paddled and said, “Wow, Nico, you’re heavy—we can feel you back there!”
On the way back, Mom swam and Dad and Nico paddled, and I sat in the middle resting.
Our days in Kalymnos went by so fast, and I’d love to go back someday.
After that we went from Kalymnos to Kos, and from Kos to Bodrum in Turkey. We took two ferries. Turkey felt like traveling a hundred years back in time, especially in a rural area where cows lived inside houses.
I liked watching how they harvested cotton with huge machines and tasting corn freshly roasted on wood-fired stoves—it was delicious.
We went to Lake Bafa, where we did bouldering—climbing short rocks with mats underneath. On top of the rocks there were tombs carved into stone. Turkey is full of stray dogs, and most of them are very friendly.
Then we traveled to the Antalya area with Sonia and Nico. I tried gozleme, which is like a thin dough filled with cheese or meat, and also a giant Turkish breakfast with lots of dishes: bread, eggs, cheese, jam, peppers, potatoes, yogurt, butter, olives, meat, and tea made over a wood fire.
In Antalya we climbed a lot, visited ancient ruins with homes carved into rock, and swam in an ice-cold pool in the forest.
In the last days, Sergi and Anna came to visit us, and we laughed a lot. We made some Spanish friends, went climbing, and ate at a restaurant that was also a butcher shop—you bought the meat and cooked it yourself on the grill.
Then we flew from Antalya to Japan, where Toni was waiting for us with a camper van. He invited us to travel with him for twenty days.
The first day we visited the Nara Temple, which was full of deer. I fed them by hand, and some bit my clothes because they wanted more.
Toni gave me a diary to collect stamps from the temples we visited. That same day we hit the camper van and made a hole near the door. In Japan they drive on the opposite side, and with such a big vehicle it was hard.
We saw many temples, and my favorite was the last one because it was the calmest and least touristy.
One day we visited the Shiraito waterfalls, where the water falls in thin threads like hair. Just then, a rainbow appeared between the waterfalls—it looked like something out of a fairy tale.
Another day we went surfing, and I caught my first wave all by myself. It was amazing.
The food in Japan is a bit different, but I liked the shrimp skewers and tempura. I also discovered with Toni a delicious ice cream made of biscuit, cream, and a crunchy chocolate layer inside.
Now we are in Australia, and even though we’ve only been here a few days, I’m loving it. We’ve seen so many animals: wallabies, kangaroos, sharks, wombats, crocodiles, giant lizards, koalas, and lots of birds.
Yesterday we went to a pier and met some girls and an eight-year-old boy named Jackson. While we were playing, his mom and her friends were fishing, and suddenly they caught a shark about a meter and a half long. Since their rod was small, they ran down the pier toward the beach, but just before they could pull it out, the shark broke free and escaped. It was a leopard shark, and they said it doesn’t hurt people. It was really impressive to see.
We are in the Cairns area, where the beaches are beautiful, but people hardly swim because there are crocodiles, sharks, and poisonous jellyfish. It feels strange to see such pretty beaches and not be able to swim.
Today we’re going to a beach that has nets in the water so you can swim safely, although they say sometimes jellyfish or small crocodiles get in. I hope not.
11 comentarios
Si ya eres mecenas, Inicia sesión para comentar.
Eva
Ens encanta el vostre projecte! Gaudiu-lo !
Patricia lm
Desitjo sigui una súper experiència per tots tres, endavant!!!!!!
Joanma
Bonica aventura familiar. Gaudiu molt!!!
David Sanabria
Que us ho paseu molt be I tingueu moltes aventures 😘😘😘
Pablo
Buen viaje y buena aventura familia!!!
agustin enrique pelletieri
Ens trobarem a l'ARGENTINAAAAA
James Mader
Bon voyage Zion
Hawks Training
Que buena iniciativa!
Sonia Garcia
Sólo los valientes haceis realidad vuestros sueños. Será una honra y un placer compartir con esa familia aventurera alguno de los episodios de ese viaje maravilloso
Albert Segura
Autor/a
Muchas gracias Ayuta. Te esperamos donde sea con los brazos abiertos❤️