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La gran promesa del Petitet

el 21 Marzo 2018 en Historias Verkami

Explica Carles Bosch, periodista y director de algunos de los mejores documentales rodados en nuestro país: Balseros (2002), Setembres (2007) o Bicicleta, cullera, poma (2010) que él y Petitet no eran amigos pero se saludaban con mucha simpatía cuando este último acompañaba tocando la percusión a músicos muy interesantes de Barcelona, como por ejemplo Gato Pérez. Carles Bosch era, y sigue siendo muy de ir a baretos y conciertos. Pero han pasado muchos años desde aquellos tiempos, los años 80, y le había perdido la pista, a Petitet. «Hasta que un día me llamó para contarme su proyecto musical / personal». Afectado de una enfermedad rara, la miastenia gravis, Petitet prometió a su madre moribunda que un día llevaría la rumba catalana en el escenario de un gran teatro de Barcelona. «Me llamó para ver si me interesaba como periodista, que era el trabajo que yo hacía cuando coincidía con él. Pero Petitet no se podía ni imaginar que aquella llamada era el inicio de un largometraje documental, un género que ni él mismo sabía lo que quería decir ». Un documental extra emotivo que se ha materializado gracias al éxito de la campaña de micromecenazgo iniciada por sus realizadores.

Texto: Oriol Rodríguez

¿Cuándo intuisteis que la historia de Petitet tenía un documental?

Lo cierto es que un colectivo de periodistas independientes (que se llaman Som Atents) habían hecho un breve documental, Roba estesa, sobre Petitet y lo habían estrenado en un pase privado donde él quiso que nos volviéramos a reencontrar al cabo de tanto años sin vernos. Quería mi opinión sobre el documental y me presentó sus dos autores: David Vidal y Sofía Amadori, a quien enseguida animé a continuar la historia, ya que para mí era evidente que allí había una maravillosa trama que podía devenir largometraje. David y Sofía no tenían mi experiencia y no se habían planteado ir más allá... Pero los animé a continuar juntos, conmigo. Sólo puse una condición: la dirección -y la última palabra- serían responsabilidad mía, y también sería yo quien buscaría los recursos económicos para empezar a rodar y miraría de encontrar los futuros productores. Enseguida nos pusimos de acuerdo: David y yo hemos hecho el guión, y Sofía ha sido mi directora de fotografía y mi mano derecha en los momentos más difíciles, los inicios, e incluso cuando ya ha sido posible trabajar de una manera más profesional.

Esta asociación vuestra no ha podido dar mejores resultados.

La capacidad de aprendizaje e implicación de Sofía no las había visto nunca a lo largo de mi carrera (Sofía tenía 24 años cuando empezamos a rodar). Ellos dos, Sofía y David, eran debutantes en el mundo del cine y a mí me interesaba mucho en aquellos momentos de mi vida trabajar con gente más joven. Su inexperiencia no era ningún handicap, al contrario: me apetecía mucho contar la historia de Petitet en un registro alejado de los vicios y virtudes de mis películas anteriores.

¿De la historia de Petitet, què era lo que más deseabais enfatizar y destacar en el documental?

De la personalidad de Petitet lo que más nos fascinó fue la determinación y la inconsciencia. Las dificultades para llevar a cabo la promesa que Petitet hizo a su madre son la trama principal. Y teníamos que dejar claro el hecho de que la aventura individual de Petitet y el hipotético éxito a la hora de cumplir la promesa representan para toda una colectividad (los gitanos rumberos de Barcelona) la recuperación del orgullo que a poco a poco se había ido perdiendo a medida que la rumba -su música autóctona había dejado de estar de moda más allá de sus círculos familiares. Es la añoranza de tiempos mejores.

«Esta es la historia de un gran hombre»

¿Es un documental, pues, con tres historias centrales: la del propio Petitet, la de su enfermedad y la de la rumba?

No, sólo hay una historia central: la de Petitet. La rumba es el paisaje. Y la enfermedad es uno de los malos de la peli (pero no el único) que ponen las cosas difíciles al prota de la historia principal. En todo caso, no es ni un musical ni una película sobre enfermedades. Pero sí, un poco de todo esto también es la película, y en las dosis pertinentes, porque, no hay que olvidarlo, esta es la historia de un gran hombre que es músico, que está enfermo y... muchísimas cosas más.

¿Cinematográficamente qué tratamiento le has dado al documental?

No creo que haya más de 2 o 3 minutos de material de archivo, porque no es una biografía; pero es cierto que resulta fundamental -para el público más joven o para una audiencia internacional- recordar quién era el gran Peret. Y las entrevistas son todas actuales y sirven para que los diferentes protagonistas nos expliquen la trama desde el presente y prácticamente en tiempo real: 'esto es lo que hacemos', 'esto es lo que haremos mañana'... El guión sigue el día a día: el espectador aprende a medida que los protagonistas aprenden. Pero formalmente es menos reportaje que mis películas anteriores porque la acción es mucho menos trepidante y permite -nos ha permitido- componer mucho más los planos para que haya nuestra mirada e, incluso -y esto es nuevo para mí- mi contemplación (pero conste que no me he pasado a las filas observacionistas de la Pompeu, sólo he coqueteado con el juguete).

¿Cómo fue el rodaje?

Te responderé así: si esta película no gusta, no puedo culpar a nadie, sólo a mí mismo. Pero no será el caso.

¿Cuál es tu parte favorita del documental?

Los silencios. Pero eso me pasa con cualquier película, no sólo con las mías. En los silencios el espectador tiene el placer de entrar en el coco de los personajes. O así debería ser si has sabido definirlos correctamente. La duración de los planos donde hay silencios es siempre un dilema en la sala de montaje: cuantos más segundos aguantas el plano, más segundos te reclama el plano. Porque una vez entras en la mente del personaje (en sus pensamientos, que comparas con tus) el mundo se hace infinito.

El momento culminante de la historia de Petitet fue la actuación, tal y como prometió a su madre, en el Liceu con una veintena de música gitanos rumberos y una orquesta sinfónica. ¿Cómo vivisteis el concierto?

Todo el mundo en el público lo pasaba muy bien. Y esto era sorprendente -y un gran gozo- para todos los que habíamos estado siguiendo la aventura imposible (o que parecía imposible) de Petitet. ¿Cómo lo viví? 'Currando pero contento'.

Cuando se rueda un documental es imposible no acabar empatizando con sus protagonistas?

Yo procuro no hacerlo. Es una regla sagrada. Los quiero, pero desde la distancia. Los siento como amigos pero los ruedo como extraterrestres.

«Si esta película no gusta, no puedo culpar a nadie, sólo a mí mismo»

¿Todo el mundo tiene una historia merecedora de ser transformada en documental?

Todas las personas son personajes en potencia. Pero una vez son personajes debes retratarlos como personas.

Sois los responsables de algunos de los mejores documentales rodados en nuestro país. ¿Qué os lo que más os atrae y seduce del género?

Muchas veces lo mejor del género documental tiene que ver con la experiencia personal: tener la oportunidad de bucear en un nuevo mundo, aprender un montón de cosas, conocer a gente que de otro modo no conocerías y tener acceso a mundos desconocidos para a ti, no desde el punto de vista turístico sino sumergiéndote en realidades que te son extrañas de la mano de personas que sí las conocen. Desde el punto de vista creativo, tiene que ver con participar en un emocionante proceso de construcción narrativa y emocional, que nunca sabes ni cuándo empiezas ni cómo acabas. Más allá de eso, te da la oportunidad de trabajar con personas muy talentosas, que te permiten aprender con ellas y de ellas. Y en última instancia, y siempre desde la humildad (no siempre consigues lo que pretendes), te convierte en responsable de abrir nuevas ventanas desconocidas a los demás. Si lo haces bien, aprendes, y los otros aprenden contigo. La responsabilidad, sin embargo, es grande. Cuando tratas con material sensible (personas, no personajes, enfermedades, no giros de guión, situaciones extremas, no especialistas) tienes que ser muy cuidadoso, humilde y respetuoso.

Sois reincidentes, Petitet no es el primer documental que financia a través de Verkami.

Petitet es un proyecto que había que rodar con cierta urgencia -como ocurre con la mayoría de documentales-, ya que la aventura de llegar a tocar en el Liceu y seguir un proceso orgánico no nos permitía posponer la "realidad", así que no había tiempo de buscar financiación clásica, y Verkami fue la manera de conseguir el dinero suficiente para empezar a rodar la película con unas mínimas condiciones. Así también, y de cara a televisión e instituciones y patrocinadores, representaba una oportunidad de "presentarse" al mundo como un proyecto sólido y con atractivo para potenciales mecenas / espectadores.

Superasteis por mucho los 30.000 euros que os habíais marcado como objetivo.

Pensamos que hay tres razones principales por las que tuvimos la suerte de llegar a la cifra propuesta y conseguir superarla. Por orden de importancia, el primer factor sería el prestigio ganado en proyectos anteriores que hicieron que tanto los medios de comunicación como la gente tuvieran ganas de permitir - ayudar - colaborar a embarcarnos en el proyecto. Después vendría el tema. Parece que al público le resultó atractivo. Finalmente está la experiencia y el equipo. Efectivamente, en Lastor Media teníamos experiencia con otras campañas de micromecenazgo, como el documental Entre el Cel i la Terra, 30 anys d’Aiguamolls de l’Empordà. Campañas que no fueron tan ambiciosas como la de Petitet, pero que nos ayudaron a diseñar y hacernos una idea del esfuerzo que significaría hacer posible el objetivo de los 30.000€. Por otra parte, el equipo de producción de la película hizo un esfuerzo para alimentar de contenido tanto la página como las redes sociales, y una persona estuvo íntegramente dedicada a hacer que tanto Twitter, Facebook como Instagram tuvieran el movimiento necesario. Por último, contamos con la inestimable colaboración de una agente de prensa para coordinar la campaña de medios.

«Los protagonistas de mis documentales los siento como amigos pero los ruedo como extraterrestres»

Pese al éxito, ¿vivisteis con nervios la campaña?

Por nuestra experiencia previa sabíamos que la campaña empieza mucho antes de que se abra el periodo de aportaciones. Tuvimos que dedicar entre dos y tres meses a hacer crecer la base de fans, tuvimos múltiples reuniones con los responsables de Verkami, y nos dejamos aconsejar por profesionales y amigos que ya habían intentar conseguir cifras altas. Creemos que la clave de una buena microfinanciación es llegar al día de lanzamiento de la campaña con los deberes hechos, tener paciencia, movilizar contactos propios para hacer que las primeras horas sean exitosas, y no desesperar, saber ser pacientes.

Mantuvisteis una relación muy estrecha con los mecenas.

Totalmente. Estuve en contacto directo con ellos, y también lo estuvieron parte del equipo, especialmente en las redes sociales, el blog, y en la página de Verkami. Es clave que los potenciales mecenas perciban que aunque la cifra sea grande y la estructura suene profesionalizada, hay seres humanos al otro lado, un equipo verdaderamente interesado en ellos, sus inquietudes, sugerencias y opiniones.

El micromecenazgo ya se ha convertido en una forma recurrente de financiación en la industria cinematográfica.

Producir documentales es una tarea complicada y se ha vuelto aún más complicada durante los últimos años. Por desgracia, la televisión cada vez apuesta menos por este género. Televisión de Catalunya lo hace. Lo demuestran con programas como Sense Ficció, El Documental y 30 minuts, pero sus limitaciones presupuestarias hacen difícil que puedan tener el músculo que solían tener. Y TVE es cada vez menos sensible a todo lo que no tiene que ver con la actualidad más rabiosa o con el biopic más tradicional. Tampoco las ayudas públicas pasan por su mejor momento, y esta combinación hace que conseguir poner la primera piedra sea difícil. Así, el micromecenazgo deviene la única posibilidad de conseguir los mínimos recursos para arrancar una producción y poder acceder a otras fuentes de financiación con cierto crédito. Sin la primera chispa se hace muy difícil avanzar.

¿En qué fase se encuentra el documental?

Ahora mismo estamos en fase de postproducción. De momento las reacciones de aquellos que han podido ver el documental son positivas. Esperamos poder dar buenas noticias a nuestros mecenas durante los próximos meses, pero preferimos no decir mucho, ya que todavía queda bastante trabajo por hacer.

«Una campaña de micromecenazgo empieza mucho antes de que se abra el periodo de aportaciones»

Más allá de las recompensas, ¿la idea es estrenar el documental comercialmente?

Nuestra intención con cualquier película, sea de ficción o de documental, es estrenarla comercialmente en los cines, intentar que tenga una larga vida de festivales nacionales e internacionales, venderla a otros países, y conseguir que se emita a nuestras televisiones. Creemos firmemente que hacer llegar al máximo de espectadores posibles nuestras películas es nuestra responsabilidad. Petitet no es ninguna excepción, y esperamos que los espectadores (tanto mecenas como otros) puedan disfrutarla en la gran pantalla.

Seguro que ya estáis trabajando en algún documental nuevo. ¿Qué nos puedes explicar?

Sin querer desvelar detalles, podemos decir que estamos trabajando en un nuevo proyecto sobre la España de los años 60. Encabeza el proyecto David Fernández de Castro, con quien ya hemos trabajado tanto a Entre el cel y la terra y Priorat, y esperamos que tenga un final bien feliz. Volveremos a buscar financiación en Verkami. Estamos plenamente convencidos.

+INFO

Campaña - Petitet, Rumba pa' ti

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1 comentario

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  • Manuello

    Manuello

    casi 6 años

    Impresionante entrevista de principio a fin. Los pelos de punta se me han puesto conforme iba leyéndola. Una autentica delicia. Seguir así. Un saludo desde Muchuumusic

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