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Abenchara

En el Álcazar de los Reyes Cristianos, en Córdoba, hay un relieve escultórico con una inscripción que reza "La Reina Isabel de Castilla acogió en este alcázar a la cautiva Reina de Canaria". Esta novela es el relato que surge tras la investigación histórica y genealógica de los hechos relacionados.

Faneque Hernández

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En 2008 de paso por Córdoba, me tropecé sin esperarlo en el patio del alcázar con un relieve del escultor palmero Facundo Fierro, cuya visión me marcaría para siempre.

Así describo el momento en el preámbulo de mi poemario La reina de Canaria:

Visito el Alcázar de los Reyes Cristianos de la Ciudad de Córdoba. Recorro cada uno de los recovecos del magno edificio: los baños árabes, las mazmorras, los salones, las torres almenadas, los adarves, los jardines y estanques. En el patio mudéjar me siento en una banca de piedra para descansar a la sombra del plomizo calor del estío andaluz.

Sobre el blanco paramento destaca un broncíneo relieve escultórico en el que dos mujeres esbeltas, una desnuda, con rasgos norteafricanos, la otra vestida, de rasgos europeos, se muestran ensimismadas, inatentas a mi curiosa mirada. Me acerco con curiosidad a leer el rótulo al pie del relieve: “El Ayuntamiento de Córdoba, el Cabildo Insular de Gran Canaria y la Casa de Canarias en Madrid en recuerdo y homenaje a la memoria de ambas reinas. Octubre de 2001. Facundo Fierro escultor”.

Durante una eternidad, solo ante aquellas mujeres, lloro sin consuelo...

Me perturban finalmente unas turistas que no comprenden mis lágrimas e imprecaciones y se acercan curiosas a leer la inscripción principal: ”La Reina Isabel de Castilla acogió en este alcázar bajo su protección y cuidado a la cautiva Reina de Canaria. Aquí vivió y alumbró una hija. Terminada la conquista regresó a su isla con su esposo Fernando Guanarteme. 1482-1483”. No entienden la angustia que me embarga. Alguien de mi propia sangre, quinientos veintisiete años atrás, estuvo encerrada entre estas paredes del Alcázar y sus lamentos aún me rompen los oídos.

Desde aquel día me propuse investigar la identidad de aquella señora, la esposa de don Fernando Guadarteme, a la que mantuvieron presa durante todo un año en dicha fortaleza. Primero fue la investigación como historiador y genealogista. Casi al tiempo iba surgiendo la narración poética de los hechos con la técnica del romance que culminó en el poemario La reina de Canaria. Así pudimos descubrir el verdadero nombre de la protagonista, Abenchara, y también aquel con el que fue cristianada: Juana Hernández. Hoy les presento el proyecto de novela que recoge con celo de historiador aquellas circunstancias y del cual les anticipo el capítulo segundo de los cincuenta que la componen.

UN PROYECTO APOYADO POR:

A QUÉ DESTINAREMOS SUS APORTACIONES

Con el dinero de la campaña de crowdfunding financiaremos la edición en papel de l novela histórica Abenchara, la reina cautiva y también colgaremos en la tienda de canariasebook la obra, también, en formato digital.

CALENDARIO

El libro se encuentra en la fase final de la edición, la cual concluirá paralelamente a la campaña de crowdfunding. Tras acabarla, nos pondremos en contacto con los mecenas para entregar las compensaciones. Estimamos un plazo de unos dos meses desde que empieza la campaña hasta que comencemos el envío de los libros y el resto de productos ofertados.

CAPÍTULO II

Capítulo II El salto de las maguadas

La despiertan de su sueño las risas juveniles de Sanjora que se acurruca junto a ella tarareando una romanza dirigida al hermanito que ya empieza a estremecerse en su seno. Tenesor ya no está junto a ella. Partió muy temprano, antes del alba, después de grabarse con su pintadera, en el rostro y en los brazos, las pinturas corporales que identifican en tiempos de guerra al guadarteme, el rey de los canarios.

Tenesedra está ahora trajinando en la alacena del fondo y prepara para ellas una escudilla de leche de cabra tibia, recién ordeñada, con gofio recién molido y tostado de olorosa cebada y se los ofrece a su hija junto con un espeto de higos pasados dulces como la miel. Abenchara después de disfrutar de las viandas sale a dar un paseo por las inmediaciones y desde la atalaya próxima observa cómo el sol, que ya se eleva sobre el perfil de las montañas, empieza a convertir en hilachos las brumas que envuelven el valle; y dando al cielo las gracias por la felicidad que le embarga, invoca a Acorán, el astro padre, para que ilumine a su esposo, en la reunión del Sábor de los doce guayres.

La primavera acaba de comenzar. En el poblado de Guayedra, donde residen desde el invierno pasado, desde que tuvieron que abandonar a toda prisa la corte de las guayarminas, los días son cálidos, pero las noches, debido a la altitud y a la proximidad del intrincado bosque de fayas y brezos donde pastan los puercos salvajes, resultan todavía bastante frescas.

A media mañana, los rayos del sol, una vez ahuyentadas las brumas, empiezan a castigar con sus latigazos. Las mujeres del poblado están ya dispuestas por entonces para bajar a la marina a realizar sus rituales de purificación. El día del equinoccio, cuando la luz y la oscuridad equilibran sus fuerzas, es uno de los establecidos para el baño sagrado en el calendario lunisolar que rige sus vidas por lo que el jefe de los vigías da la orden, a toque de bucio, para que durante toda esa jornada la playa de Faneroque y sus inmediaciones sea preservada, bajo pena de muerte, de las miradas intempestivas de los hombres.

El mar de nubes se ha replegado hacia las montañas dejando ver en las proximidades de la costa los cielos siempre azules que suelen quedar casi siempre ocultos por el toldo de las nubes relevadas. Mientras Abenchara y su madre, acompañadas de un grupo de siete maguadas, descienden por el sendero sinuoso que conduce a la playa, contemplan desde las alturas un mar echado, como agua en un plato, que espejea llamándolas a apurar el paso para acogerlas en el frescor de su seno.

Mientras caminan, Abenchara le describe a su madre con todo lujo de detalles la pesadilla de la noche pasada. Tenesedra, frunciendo el ceño, se queda verdaderamente preocupada, y aunque no se atreve a decirle nada a su hija le da vueltas a la interpretación de su sueño. Tiene certezas acerca de la funesta presencia del águila negra como símbolo de las fuerzas del mal, pero duda acerca del significado de la desaparición de los dos azores en el horizonte. A punto está de ordenar el retorno al poblado pero, después de pensarlo por un momento, se dice a sí misma que las cosas que estén por venir, vendrán sin más remedio. Su nieta, para su tranquilidad, no forma parte del grupo porque prohíbe la tradición que reina y princesa primogénita vayan juntas a ningún lado tanto en tiempos de bonanza como de tormenta. Pronto olvida sus aprensiones y acelera el paso detrás de su hija al ver que la muy loca se ha adelantado a las demás mujeres y corre dando gritos hacia la playa.

Exultante de alegría, Abenchara se desnuda nada más pisar la arena negra. Con su vientre y nalgas abultadas, con sus senos prominentes, la Venus de Guayedra se lanza con descaro a la marea y nada mar adentro con la soltura de los lobos marinos que jugaban cerca de ella en esos mismos bañaderos cuando era una niña. Bien lejos de la orilla se tumba, flotando boca arriba para descansar, haciendo de isla con su pechos por cumbres, y contempla entonces, emocionada, cómo en los altos del Risco del Faneque, justo en la vertical de sus ojos, dos azores vuelan majestuosamente. La escena la deja tan maravillada que se queda totalmente absorta disfrutando del vuelo acompasado, en círculos, sobre el acantilado gigante, del imponente casar de aves que simbolizan su estirpe.

Al cabo de un rato, rolando su cuerpo, se sumerge con un delfinado impulso para refrescarse en aguas más profundas conteniendo la respiración. Durante un larguísimo margullo, vuela por los celajes marinos, sobre bosquetes de sebas y de coral. Cuando sale a la superficie, mira hacia la orilla con la vista aún desenfocada por el agua salada.

Su madre en la distancia parece hacerle señas apuradas. ¡Algo ocurre! Pestañea varias veces hasta que la vista se le aclara y echando una rápida ojeada a la línea del litoral observa, ahora con toda nitidez, cómo un grupo de soldados extranjeros se aproxima a la carrera hacia la playa y, en lado opuesto de la ensenada cómo las mujeres que se bañan en la orilla salen del agua y corren apresuradamente sendero arriba buscando su salvación. Angustiada, pues no sabe si ella tendrá tiempo de perderse en los riscales, nada con toda la velocidad que le permiten sus fuerzas. Tenesedra, que la espera en la orilla con el agua hasta la cintura, le da gritos angustiosos para que apure las brazadas.

Cuando por fin logra hacer pie y salir del agua la cuadrilla de raptores está muy cerca de ellas, a la distancia de tan solo dos tiros de piedra. Desnuda como está, la joven reina sube con su madre por el frente del acantilado sin poder seguir el sendero porque ya es tarde para emprenderlo, tratando de escapar de la amenaza de los profanadores de las arenas negras de Faneroque. Entre ellos hay un grupo de ágiles gomeros que se lanzan en su persecución sin miedo alguno a la mareante verticalidad de los cantiles. Abenchara y Tenesedra jadean angustiosamente, la una por el esfuerzo realizado en el mar, la otra por el peso de la edad, pero no paran de trepar, con la soltura temeraria de las jairas, apoyándose en manos y piernas, hasta alcanzar un pequeño repecho, próximo ya al andén que les permitirá salir de la fuga. Desde allí, alongándose, observan cómo vienen detrás, ¡están tan solo veinte metros más abajo!, cuatro de sus implacables perseguidores. Abenchara hace rodar varios tolmos desde el letime. Uno de ellos, después de rebotar varias veces, impacta sobre el cuerpo del soldado que sube por delante y lo despeña, estrellándose un instante después su cuerpo, con un estampido seco, contra las rocas al pie del acantilado.

Mientras defienden su posición, lanzando piedras sin parar, las dos mujeres no advierten que otros seis soldados, siguiendo el sendero, se han colocado por encima de ellas cerrándoles el paso hacia la crestería. No hay salida posible; se encuentran rodeadas en medio del farallón rocoso. Está a punto de ser capturada la reina de la isla, la guayarmina de Canaria.

Tenesedra recuerda como un rayo las órdenes que le han sido dictadas. Por ninguna circunstancia puede dejar caer en manos de los enemigos a la mujer que representa la soberanía insular. Es preferible siempre la muerte a su prendimiento. No se lo piensa. No puede pararse a pensarlo porque, si no, no sabría cómo hacerlo; ¡no lo haría nunca!

Asiendo la larga melena rubia de su hija, se la enreda, dándole varias vueltas, alrededor de su brazo derecho. Abenchara no entiende los extraños manejos de su madre y se queda por un momento perpleja, paralizada. Cuando comprende lo que está pasando, lo que va a sucederle, Tenesedra ya se ha lanzado al vacío, arrastrándola consigo al precipicio con un grito aterrador:
─“Atis Tirma”

BREVE CURRÍCULO BIOBIBLIOGRÁFICO

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1955. Licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de La Laguna en 1977. Catedrático de Secundaria de la especialidad de Geografía e Historia. Inspector de Educación de la Comunidad Autónoma de Canarias.

-Autor de tres obras de poesía histórica:
“La Reina de Canaria” editada por CAM-PDS en la colección Episodios Insulares con ISBN: 978-84-937748-9-9.
“Cantos de mestizaje” obra editada por CAM-PDS en la colección Nuevos Escritores Canarios con ISBN: 978-84-15152-06-4
“Romancero sureño” en imprenta, publicación a cargo de Mercurio Editorial en la colección Biblioteca Canaria de Lecturas.

-Autor de la obra teatral : “Romance de Abenchara” puesta en escena por la Productora Espacio 21 y representada en 2012 en diversos teatros insulares

-Miembro del Consejo de Patrimonio Histórico de Agüimes, localidad donde reside, y coorganizador de sus Jornadas anuales (ocho hasta la fecha) de defensa del patrimonio.

-Investigador aficionado de la genealogía y la historia de Canarias con artículos publicados en blogs amigos de la cultura canaria como:
Cuarto de Apero, Geneacanaria , Cuadernos de etnografía.

-Prologuista y presentador de diversas obras poéticas y de ensayo histórico escritas por el Cronista Oficial de Agüimes, Don Francisco Tarajano Pérez, a quien considera su maestro.

FUNDAMENTACIÓN HISTÓRICA DE LA NOVELA

ABENCHARA, LA REINA CAUTIVA

Introducción

Los hechos que vamos a novelar tuvieron lugar a caballo entre 1482 y 1483 postrimeros años de la conquista de la isla de Gran Canaria. Dicha proceso se extendió en dos períodos que se definen por la diferente actitud de sus capitanes de guerra. Durante la primera fase (1478-1480) Juan Rejón establece el Real de Las Palmas después de ganar la batalla del Guiniguada y asegura la presencia castellana venciendo a los portugueses en el desembarco de Las Isletas sufriendo algunas derrotas en sus correrías por el interior debido a la falta de bastimentos y a las frecuentes disensiones entre los capitanes por la estrategia seguida que culminan con el ajusticiamiento de Pedro de Algaba.
Durante la segunda fase (1481-1483) Pedro de Vera con numerosos refuerzos y mando unificado reactiva la campaña militar con razias de destrucción en ambos reinos indígenas que parten desde el Real y también desde la Torre de Agaete después que esta se construyera en 1481 para abrir un segundo frente. Una de estas correrías supone la muerte en mala lid de Doramas que cambia el signo de los enfrentamientos. Es entonces que se manifiesta la debilidad de los guanartemes que tratan de pactar la rendición salvaguardando libertades y franquezas de los canarios al tiempo que acuden a denunciar la crueldad de los métodos de conquista. Primero el Guanarteme de Telde, Aymedeyacoán, acompañado de un séquito de guayres, se presenta en 1481 en Calatayud, prestando vasallaje a los Reyes Católicos, aunque luego esta legación iba a desaparecer misteriosamente, quedando descabezado el reino. Más tarde en 1482 es Tenesor Semidán el Guadarteme de Canaria, reunificados los dos reinos, con cuatro de sus guayres, quien se presenta en la Corte de Córdoba para sellar las paces en unas circunstancias forzadas que trataremos de desvelar en este estudio y que determinarán en un corto espacio de tiempo la rendición de la isla.

1482.

Las correrías de los extranjeros que se parapetan detrás de las murallas y tapias de la torre que recientemente ha sido levantada en la rada de Agaete (1) llevan un tiempo asolando las costas y medianías del norte robando mujeres y ganado, provocando la huída hacia las montañas de los nativos, sobre todo desde que en febrero llegaran los refuerzos gomeros y majoreros de Hernán Peraza (2).

En el valle de Guayedra con toda probabilidad se oculta la familia real canaria después de que, ante el acoso de las fuerzas de Alonso Fernández de Lugo, hubiesen de abandonar la ciudad de las guayarminas. El modo en que fue capturada la reina es un enigma. Marín de Cubas describe cómo algunas mujeres que iban en busca de leña fueron sentidas por los castellanos y se desriscaron antes de ser capturadas. No parece razonable pensar que la reina de la isla realizara dichas tareas que no se corresponden con su jerarquía.

Es más probable que la reina fuese capturada al bajar a la playa para cumplir con los rituales de purificación como ocurriera años atrás con la princesa Tenesoya. Hemos optado pues por recrear en la novela una escena en la que una cuadrilla de soldados irrumpe por sorpresa en la playa de Faneroque, al pie de Guayedra, mientras algunas maguadas (mujeres en guanche) se bañan en la marina. En la ficción literaria, la mayoría de las nativas huye entre la maleza, risco arriba, pero las más joven y codiciada es capturada poco después de salir del agua, cuando escalaba el risco, despeñándose desde las alturas al ser perseguida por los ágiles gomeros, quedando muy malherida. La mujer capturada sería conducida hasta el fuerte de Agaete cuyo alcaide o castellano es Alonso Fernández de Lugo al frente de una guarnición de ciento cuarenta soldados.

Marín de Cubas describe con profusión de detalles (3) una de estas correrías: la que tiene lugar en las costas de Tirma cuando dos mujeres, una muchacha rubia y una mujer mayor que la acompaña, después de matar lanzando piedras a un castellano, al verse rodeadas y sin escapatoria deciden despeñarse antes que ser capturadas ¿Puede ser esta la crónica de la captura de la reina de Canaria?

Un texto extraído de las crónicas (4) puede arrojar una luz distinta sobre el modo en que fue capturada la reina. Relata el cronista de la Matritense que desde el fuerte de Agaete se realizaron correrías de castigo sobre Guayedra y Artenara. La posibilidad de que la guayarmina fuera capturada en el mismo lugar donde se ocultaba la familia real mientras Tenesor y los guerreros del poblado estaban ausentes con motivo de alguna operación militar parece más plausible incluso que la de los bañaderos de Faneroque, habida cuenta de la proximidad del fuerte hasta dicha playa (menos de una legua). Nos decantamos pues como estudioso de la historia por esta última posibilidad, la del asalto a Guayedra, aunque literariamente hayamos preferido situar la escena en los bañaderos de Faneroque.

Desde uno u otro escenario la capturada va a ser llevada al fuerte de Agaete. Podemos imaginar lo que allí ocurre con las nativas presas pero no tenemos datos para atestiguarlo. Lo único cierto y comprobado es que Abenchara llegó a Córdoba tiempo después “doliente a la muerte” como diría su protector, Juan de Frías (5), cuando le fue confiada. Hemos de suponer que o bien se riscó cuando huía, o bien fue objeto de violencias sin nombre por parte de los acuartelados…o ambas cosas.

Sí sabemos con certeza que en fechas próximas a estos hechos, había pasado a formar parte de la guarnición de Agaete, por encomienda de Pedro de Vera, un nativo de Lanzarote, que llevaba de rehén muchos años en Canaria, llamado Juan quien, haciendo las veces de espía y de traductor (6), se aprestaría a advertir al alcaide de la torre de que la joven señora capturada era Abenchara Chambeneguer, la hija del que fuera faycán Chambeneguer y esposa de Tenesor Semidán, el temido Guanarteme de Gáldar. Ambos gobiernan como regentes por minoría de edad de su sobrina Arminda Masequera, la hija del fallecido Egonayga Guayasén Semidán, el “Guanarteme bueno”.

Es razonable pensar que el de Lugo y Hernán Peraza no iban a desaprovechar aquella formidable noticia para acreditar su mérito ante los monarcas castellanos y escapar así del largo destierro forzado de Agaete donde no se daban las condiciones para coronarse de gloria con la centena de hombres que constituían la guarnición, incapaces, por sí solos, de decantar el curso de la guerra contra los indígenas. Creemos por tanto que, contando con la anuencia del general Pedro de Vera, la infortunada guayarmina (“reina” en la lengua nativa) fue embarcada urgentemente, una vez descubierta su identidad y a pesar de su grave estado de salud, rumbo a la Península, para ser entregada como cautiva a los que más tarde serán conocidos como los Reyes Católicos. El profesor Ladero señala que “fue traída a Castilla, seguramente en el viaje que Miguel de Mujica hizo por entonces, pues estaba ya en la península a finales de agosto”.

Es efectivamente a finales de agosto cuando Abenchara, que está “doliente a la muerte”, es confiada, como hemos adelantado, al Alcaide del Alcázar don Juan de Frías. Su captura debió pues producirse a principios de verano o incluso antes, pues no sabemos cuánto tiempo pudo pasar encerrada en la torre antes de su embarque o recibiendo atenciones en Sevilla para su curación antes de su traslado final al Alcázar.

Su entrega a los reyes tuvo lugar en la ciudad de Córdoba porque allí estaba en aquellos momentos situada la Corte, por su proximidad a la frontera con el Reino de Granada. Desde Córdoba se dirigían las operaciones de guerra contra los nazaríes por lo que los reyes, cada año, durante los ocho en que allí estuvo instalada la corte, se trasladaban al alcázar de esta ciudad al comienzo de cada campaña militar, a principios de la primavera, tras pasar el invierno en Castilla o Aragón. Así es que, nos cuenta Rumeu de Armas (7), Fernando llega a Córdoba a fines de marzo de 1842 e Isabel se retrasa algo, con motivo de estar embarazada, llegando a fines de abril.
Será exactamente a 31 de agosto cuando Abenchara que está muy enferma es recibida en el Alcázar de Córdoba quedando bajo la protección de su alcaide quien, según el autor antes citado, no es el obispo de Canaria sino otro personaje homónimo, afirmación que compartimos teniendo en cuenta los sólidos argumentos del historiador. A esos argumentos añadimos, en su apoyo, el hecho de que los pagos de este personaje se extendieron durante al menos dos años más, hasta 1484, como se acredita en una partida de las cuentas referida al salario de una nodriza para alimentar a un esclavito del príncipe Juan que está también bajo su custodia, junto a unos lebreles de caza. No parecen que estas sean tareas muy apropiadas para el obispo de Canaria, que es a su vez un capitán general de la conquista de Gran Canaria, sino para el alcaide de un palacio real.

En las “Cuentas de la conquista de Gran Canaria” que hizo públicas el profesor Ladero, el tal Juan de Frías justifica los gastos que hizo en medicinas, purgas y jaropes y en el salario de un maestro sanador para atender durante todo el mes de septiembre a la joven canaria que se debatía entre la vida y la muerte.

Durante ese mes viven en el Alcázar, más que conviven, la reina de Castilla y la reina de Canaria dado que no pudo haber relación entre ellas por la grave situación de salud de la esta última. Curiosamente, cuando llegan a Córdoba, ambas se encontraban en avanzado estado de gestación, habiendo nacido sus hijas con diferencia de tres meses. Primero la infanta María, a fines de junio, quien de mayor llegará a ser la reina de Portugal y, a fines de septiembre, Catalina la canaria. La coexistencia es tan corta porque los Reyes Católicos abandonan Córdoba un día después del nacimiento de la hija de la reina cautiva, hecho que no puede ser fortuito. Una nota de Rumeu señala que la reina Isabel no apareció por Andalucía durante la campaña de 1483, en la que sí participó el Rey Fernando, por lo que hemos de concluir que probablemente no volvieron a verse.

La niña canaria nace, con la exactitud de las citadas cuentas, el día 30 de septiembre de 1482. Así lo atestigua Juan de Frías cuando informa del pago de seis reales a la partera. A partir de entonces se va a producir una pronta recuperación de su madre como puede deducirse de la necesidad de confeccionarle vestidos nuevos y del pago de los salarios del sanador. Como anécdota curiosa, referimos ciertos gastos habidos, después del parto, en frisa blanca y pardilla para la ropa de cama de la niña y en frisa verde y lienzo para los vestidos y camisas de Abenchara, además de algunos complementos como tocas y zapatas. Por cierto que Bethencourt Alfonso estima que la recién nacida tuvo también nombre guanche, ostentando el mismo de su madre por lo que podríamos llamar, si esto se confirmara, a la infanta canaria como Catalina o como Abenchara hija.

Pensamos que uno de los motivos de la pronta recuperación de Abenchara y de la prosperidad de su parto, pudo ser la visita, no esperada por ella, de su marido, el guadarteme Tenesor Semidán, quien, tras acordar su entrega, debió ser recibido por los reyes en la misma corte cordobesa donde estaba, cautiva y enferma, la reina de Canaria. Posteriormente, a principios de octubre, después de recibir con toda probabilidad el bautismo en el magno escenario de la Mezquita Catedral de Córdoba y de ver a su hija recién nacida, emprendería el viaje de vuelta a su isla, no sin antes haber sellado una capitulación casi incondicional, con muy pocos derechos; entre ellos, los de ostentar la propiedad del valle de Guayedra, “donde estaba el espíritu de sus antepasados”, y el de asegurar la protección para las libertades y costumbres de la nobleza canaria; y muy gravosos deberes, como los de aceptar la sumisión a los Reyes Católicos, cristianarse y contribuir militarmente a la pacificación de la isla.

Una nueva cita de Marín de Cubas (8) puede resultar esclarecedora acerca de los motivos de la entrega voluntaria de Tenesor cuando explica que en la cueva donde fueron apresados los canarios “algunos dormían con mujeres y la espía (la palabra espía era en aquella época de género femenino) dijo que el uno de ellos que tenía una mozuela era el Guanarteme de Gáldar, que por sus amores vino allí”. En nuestra opinión las palabras puestas en boca del informante o espía Juan Mayor se prestan a confusión, mereciendo otra interpretación: lo que el Guanarteme habría comunicado al lengua es que él ha decidido su entrega en el lugar pactado, en compañía de sus leales, para acudir al rescate de la mujer a quien ama, la reina de Canaria y que le da legitimidad a su poder.

Asimismo, un trabajo de profesor Wölfel (9) precisa la imposibilidad de una captura a tenor de la forma en que esta se produjera y en el modo en que fuera recibido por el general de Vera según atestiguan las crónicas (10), decantándose claramente por la hipótesis de una entrega voluntaria aunque yerra en cuanto a los motivos de la misma y a la fecha del evento.

Puesto que Abenchara fue capturada, como deduce el profesor Ladero, a mediados de 1482 (nosotros creemos que antes) y alumbra a su hija Catalina a finales de septiembre en el Alcázar de Córdoba, tuvo que ser a principios del verano cuando Tenesor Semidán habría acordado su entrega, aceptando o incluso proponiendo que Abenchara fuera canjeada por su vasallaje a los reyes Isabel y Fernando. Es la única posibilidad que contempla, como ya hemos dicho, de recuperar a su mujer y a su futura hija y, con ello, de mantener su legitimidad como rey de todos los canarios.
Así es que Tenesor, después de recibir el bautismo, regresa de inmediato a Gran Canaria (11), embarcando a principios de octubre, en el Puerto de Santa María en una nave fletada por Miguel de Mujica (12). El 24 de este mes, será recibido en Las Palmas por Pedro de Vera quien muestra su sorpresa y satisfacción por la antelación con la que llegan los esperados refuerzos y bastimentos. Después de hacer honores al capitán gobernador, Fernando Guadarteme, desde el Real, envía emisarios a sus súbditos para cumplir con la capitulación. Más tarde, abandona con sus guayres el Real, sin custodia alguna, y se dirige hacia el interior de la isla (13). Es efectivamente en noviembre de 1482 cuando tiene lugar un Consejo en el tagoror de Cendro en que el Guanarteme converso trata de convencer los nobles canarios de sellar la capitulación, alzándose en su contra Tasarte, junto al recién coronado guanarteme Bentejuí, para continuar con la resistencia.

El primer viaje de Fernando Guadarteme a la Corte no está bien documentado y ya hemos advertido que los especialistas confunden la fecha de su “captura”, que, según Rumeu y Ladero, se realiza un 12 de febrero de 1483, una fecha “imposible”, pues tenemos la certeza histórica de que a finales de 1482 ya participa del lado castellano en la batalla de Ajódar, y de que está presente, a principios de 1483, en el cerco del Bentayga, para ser protagonista en abril de ese mismo año de la capitulación de Ansite, por lo que su entrega a Alonso Fernández de Lugo y su estancia en Córdoba tuvo que ser muy anterior, en el verano de 1482, como creemos estar demostrando.

Santiago y Rodríguez es los investigadores que, hasta ahora, más se aproxima a nuestros asertos cuando plantea la hipótesis, a la vista de las Cuentas de la Conquista, de un primer viaje a la Península en la “primavera” de 1482 (14) pero sin atreverse a reconocer la extorsión a la que se somete al guadarteme. Prefieren hablar de que este acompaña a su mujer embarazada hasta la Corte y de que la reina de Canaria ha de permanecer allí como rehén tras haber alumbrado a su hija. Recordemos que el propio Ladero (15) defiende que Abenchara, de la que no sabe su nombre, fue capturada con antelación a su esposo por lo hay que descartar que viajara como acompañante.

El único cabo suelto que debemos reconocer en nuestras conjeturas es la cortedad de ese primer viaje. Pero sabemos de las urgencias de los reyes para conseguir que el cautivo Fernando Guadarteme regresara cuanto antes a la isla para así culminar la conquista de Gran Canaria, como bien recoge Marín de Cubas a través de sus privilegiadas fuentes, cuando Fernando el Católico insta al Guanarteme a volver “luego que fuese cristiano, con la brevedad posible”.

Si un viaje entre Gran Canaria y Andalucía podía durar algo más de una semana (10 días tardó en llegar la flota de Juan Rejón que determinó la fundación del Real de Las Palmas), debemos calcular tres semanas para el viaje en barco de ida y vuelta y al menos dos meses para, después de presentarse ante los Reyes en Córdoba y ser allí bautizado, esperar la leva que hace Miguel de Mujica en Vizcaya de 200 ballesteros y 100 colonos para después retornar al puerto de Santa María y poner rumbo al puerto de Las Isletas. Todo esto debe suponer un mínimo de tres meses y puesto que existen pruebas, en las Cuentas, de que el barco de vuelta parte a “primero día de octubre de 1482” desde el Puerto de Santa María, tuvo que ser efectivamente a principios del verano, algún tiempo después del rapto de Abenchara, cuando Tenesor debió entregarse a las cuadrillas de Fernández de Lugo y Hernán Peraza con la mediación del intérprete Juan Mayor. Concluimos en consecuencia que mucho tiempo antes de nacer su hija él ya habría acordado su entrega.

El esquema cronológico se podría simplificar si pensamos que Miguel de Mujica no acompaña a Tenesor en su viaje a la península sino que acompañó a la reina de Canaria en la primavera de 1482 en su tornaviaje de marzo de ese año, con lo que los plazos para organizar la leva de ballesteros se amplían considerablemente. Tenesor habría sido embarcado hacia la Península con posterioridad, en el verano, después de contrastar alguna prueba de vida de su esposa con lo que su estancia de tres meses en la Península de julio a septiembre sería un tiempo suficiente para cumplir los objetivos que le han marcado pues la leva de Mujica se habría realizado entre abril y septiembre de ese mismo año. Concluimos pues con la idea de que Mujica lleva hasta la península a la reina de Canaria en marzo-abril de 1482 y regresa a Gran Canaria en octubre trayendo de vuelta a Tenesor.

Tuvimos fundadas dudas acerca del lugar donde se dice que fue bautizado el rey de los canarios. Algunos autores hablan de Calatayud, confundiendo este viaje con el realizado en 1481 por un guadarteme de Telde, cuyo nombre es un enigma, aunque el investigador Rumeu de Armas no duda en identificarlo como Armide Yacocon, también reconocido en las crónicas como Aymedeyacoán, hermano del, en esas fechas ya fallecido por una epidemia de modorra, rey de Telde Bentagao, padre de la princesa Tenesoya y del guayre Autindana. Otros sitúan equivocadamente el evento en Toledo por el hecho de que quien dirige la ceremonia es el recién propuesto Arzobispo de Toledo Don Pedro de Mendoza. Otros, como Rumeu y Ladero, sin documentación de apoyo, lo sitúan en Madrid porque datan incorrectamente el hecho en febrero de 1483 cuando la corte castellana efectivamente estaba situada en el Alcázar de dicha localidad.

Pero sabemos que en el verano de 1482 los reyes estaban en Córdoba y si, como ya hemos dicho, abandonan esa ciudad a principios de octubre, al mismo tiempo que el guadarteme emprende su viaje de vuelta a Gran Canaria, hemos de concluir que la ceremonia de su bautismo debió ser oficiada en la misma ciudad califal.

Nos apoyamos de nuevo en el documentado Marín de Cubas quien comenta en relación con el lugar del evento: “…hasta llegar a Calatayud por el camino de Córdoba donde estaban sus altezas, saliendo gran concurso a verlos por los caminos, y sentían mucho que los reputasen en el número de los moriscos y estos eran los más que venían a verlos”. Creemos que Marín corrige el documento original y por confusión con el viaje del gudarteme de Telde de 1481 cita el lugar de Calatayud. Porque es evidente que no tiene ningún sentido decir que Calatayud (Aragón) está en el camino de Córdoba (Andalucía), donde estaban los reyes”. La descripción que hace, por otra parte, de la existencia de numerosos espectadores al paso de la comitiva, mayoritariamente moriscos, nos hace pensar que la escena debió desarrollarse en Andalucía y no en Madrid.

¿Por qué se empeñan los investigadores en llevar la ceremonia hasta Madrid cuando en las propias Cuentas de la Conquista se hace constar el pago del traslado de ida y vuelta del guadarteme desde Sevilla a Córdoba en 1482 (16) y cuando en la Información Guadartémica de 1526 se recoge la declaración de Don Fernando de Álvarez diciendo que “este testigo lo vido (en Sevilla) después de baptizado en la ciudad de Córdoba donde a la sazón estaban sus altezas”?

De confirmarse esta hipótesis, el templo en que se realiza la ceremonia de bautismo del rey canario y de algunos de sus guayres acompañantes (que recibieron como presentes, según Marín de Cubas, las tierras de Agumastel, Las Isletas y la costa de Guadarteme) tuvo que ser la misma Mezquita-Catedral de Córdoba, la Catedral de Santa Madre de Dios, por la proximidad de una cuadra hasta el Álcazar nuevo donde está el Palacio Real y por la magnificencia del acto que se describe en las crónicas, oficiado por todo un Arzobispo aunque no es todavía el de Toledo, como dicen los historiadores citados, sino el de Sevilla. Su nombre es efectivamente Pedro González de Mendoza, el hijo del Primer Marqués de Santillana, que fue nombrado cardenal y patriarca desde los tiempos de Enrique IV de Castilla que lo tenía en tanta consideración que lo llamaba el Gran Cardenal de España.

Pedro González de Mendoza fue Arzobispo de Sevilla desde 1474 hasta finales de 1482. En abril de ese año fue propuesto al Papa por lsabel de Castilla como Arzobispo de la sede primada de Toledo pero su nombramiento papal no llegará hasta noviembre cuando ya Tenesor está de regreso en Gran Canaria.

En dicha ciudad de Córdoba, tras el retorno del guanarteme, tuvo que permanecer la reina cautiva durante once meses y medio meses. Nada más llegar, debió haberse producido la ceremonia de su bautizo, mientras estuvo cerca de la muerte, recibiendo un nombre cristiano que según Suárez de Quintana es Ana y según Nuñez de la Peña es Juana Fernández .

A pesar de las numerosas contradicciones en que incurren los genealogistas valorando el trabajo realizado por Miguel Rodríguez Díaz de Quintana , postulamos que Abenchara es la misma persona que él reconoce como Juana Fernández, la madre de Margarita y Catalina, y que este autor, inexplicablemente, no relaciona con la reina de Canaria, cautiva en el Alcázar de Córdoba. Nos decantamos por tanto por el nombre de Juana, apoyándonos asimismo en la posibilidad, no contrastada, de que Juana, la hija de los Reyes Católicos, la que fuera más tarde Reina de Castilla, que contaba en aquel momento con 3 años de edad, haya sido la responsable de su onomástica.

1483

Nada tenemos docuemntado de cómo transcurrió el encierro de Abenchara hasta que por fin pudo regresar a Gran Canaria. Imaginamos por tanto en la novela que, después de sellada la Capitulación de Córdoba y recuperada su salud, su estancia en el Alcázar fue todo lo plácida que puede ser la vida de una cautiva por mucho que sea su prisión un palacio real, es decir, añorando su tierra, su familia y la libertad perdida. En las cuentas del Alcaide del Alcázar se dice: “gasté con la dicha reina de Canaria, de su mantenimiento de once meses y medio que la tuve en mi poder, hasta quince días de agosto que la entregué a su marido por mandado del Rey nuestro señor, para llevarla a su tierra…, 4000 maravedíes”

Es efectivamente en 1483, con posterioridad a la capitulación del 29 de abril en Ansite, probablemente a fines de julio, después de recogidas las cosechas, cuando Fernando Guadarteme, una vez entregada en Las Palmas su sobrina Arminda Masequera como símbolo de la soberanía indígena, viaja por segunda vez a la corte, situada de nuevo en Córdoba, para acudir al rescate convenido. La entrega está fechada, como dijimos, a 15 de agosto de 1483, momento a partir del cual regresará a la isla acompañado de Juana, su esposa, y Catalina, su hija pequeña. Ambas llevarán en su honor los apellidos Hernández o Fernández, como indistintamente se escribía en el lenguaje de la época, y Guanarteme.

Durante este segundo viaje el guadarteme canario va a tener la oportunidad de compartir el séquito del rey Fernando con otro ilustre cautivo, el rey de Granada, Boabdil, pues ambos fueron exhibidos por las calles de Córdoba como símbolos de su poder (17). Boabdil será pronto liberado de su cautiverio, pudiendo regresar a su país, al igual que había sucedido con Tenesor un año antes, con la finalidad de provocar la guerra civil entre los nazaríes, lo que habría de favorecer los intereses castellanos. Marín de Cubas nos lo cuenta a su modo: “Vino a visitarle y estuvo con Guanarteme durante tres días Muyel Adaly, rey de Granada llamado el Chico porque, vivo el padre, reinó él”.

Recapitulación final

Debemos recordar que los hechos novelados que hemos pretendido fundamentar históricamente, tuvieron un precedente mejor conocido: el rapto de la guayarmina Tenesoya y su canje posterior, para recuperarla, por un numeroso grupo de rehenes cristianos, hechos que cantaran bellísimamente Cairasco de Figueroa en octavas reales en el siglo XVI y Néstor Álamo en preciosa prosa poética en el siglo XX (18).

Pero esta vez es el propio guadarteme quien se ofrece a sí mismo en sacrificio de rendición para recuperar a su mujer y a su hija lo que dota de una justificable debilidad humana a personaje tan controvertido y coloca en insostenible situación a los métodos de la conquista castellana que no pueden ser justificados éticamente ni siquiera en el contexto bajomedieval, como muy bien se refleja en la tradición caballeresca cuando Guzmán el Bueno, en 1294, no rinde la plaza de Tarifa ante los denostados, por inhumanos, sitiadores benimerines, aun a sabiendas de que abocaba a su hijo a la muerte. En este caso hablamos de una estratagema urdida para forzar la conquista de Gran Canaria utilizando como rehenes a una mujer y a una niña pequeña. Ni la crueldad inherente a los tiempos de las guerras de “reconquista” ni el fanático cristianismo de los reyes, para quienes los nativos no serían más que unos bárbaros infieles, permiten dar amparo a tamaña iniquidad histórica.

NOTAS

Deseamos glosar la excepcional utilidad para nuestra tarea de fundamentación de la obra “Historia de las siete islas de Canaria” de Marín de Cubas que aparece citada constantemente en estas notas.

Como bien dicen Millares Torres y el profesor Wölfel, Marín de Cubas maneja fuentes primarias que no conocen otros historiadores lo cual se refleja en los textos copiados, organizados a modo de un conjunto de traslados (copia y pega que diríamos ahora) con un estilo propio del siglo XVI del manuscrito fechado en 1687. La edición publicada por la RSEAP del Las Palmas se corresponde sin embargo con el manuscrito fechado en 1694 que viene a ser la nueva redacción que da Marín a los textos antiguos que había recopilado. El autor introduce en esta segunda redacción numerosos añadidos erróneos que debieran ser limpiados en una edición crítica del primer original manuscrito como demandaba mi viejo profesor de Historia de Canarias Don José Régulo Pérez en el Proemio de la publicación citada. Solo así se explica que se describan detalles de la batalla del Guiniguada o del almuerzo de los canarios en el Palacio Real o del despeñamiento de una nativa para evitar ser capturada como esclava, como si estuvieran siendo vividos por el narrador. En conclusión pensamos que ante la obra corregida de Marín, sin algunos aditamentos del segundo manuscrito, estaríamos dando nueva lectura a fuentes primarias de excepcional valor histórico que podrían suponer una revisión de los hechos de la conquista castellana de Canarias a tenor de su probada verosimilitud.

  1. LADERO QUESADA, M.A,: “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria”, en Anuario de Estudios atlánticos nº 12 Madrid-Las Palmas, 1966, p.27

La torre de Agaete se terminó a fines de septiembre de 1481.

  1. FRAY JOSÉ DE SOSA: “Topografía de la isla afortunada de Gran Canaria”, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1994, p.159
    “Visto por el capitán general Pedro de Vera la aspereza de la tierra, el ánimo y soberbia de la gente y que la suya, aunque españoles valientes, cada día apocándose, iba a menos, despachó aviso a la Corte de lo que sucedía pidiendo socorro a los señores reyes y sus majestades le enviaron mucha gente, bastimentos y municiones. Con la mayor parte de este socorro vino Alonso de Lugo el cual asistía en el puerto de Agaete donde habían hecho los españoles una torre de fuertes tapias de la cual muchas veces salía con los suyos a hacer presas y correrías en los canarios y sus gruesos ganados y mieses sazonadas, siendo esto mucha ayuda para conseguir más breve la conquista…Después vino también allí Fernando Peraza, señor de la Gomera y El Hierro por mandado del rey y ambos con sus soldados lo hacían valerosamente”

  2. TOMÁS MARÍN DE CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de Canaria”. Capítulo IX Folio 55 Vuelto
    “Se corría la tierra por todas partes y entre los gomeros fueron muy señalados en fuerza y valor algunos veinte que tuvieron luchas y desafíos celebres con los canarios. Saliendo ciertos castellanos y gomeros de la torre de Agaete a traer ganado o cautivos, cogiendo la playa de la mar, vieron salir de una cueva dos mujeres huyendo por sobre unos riscos, la una era madre, algo anciana, y la otra, su hija, muy hermosa, de mucho cabello y rubio con unos faldellines de pieles y lo demás desnudo como en todas se veía. Estas, viendo llegar a querer subir el risco tras ellas, arrojaron tantas piedras que mataron a un soldado, e hirieron a muchos a la subida del risco de Tirma. Mas viendo la resistencia dos castellanos subieron rodeando otro camino por unos andenes bien peligrosos y pudiendo la más anciana huir y escaparse volvió sobre la moza que se ponía en defensa y pareciéndole imposible escapar de cautiverio le desenvolvió el cabello largo a la moza y dándose dos vueltas al brazo derecho con él, se arrojó del risco abajo trayéndosela consigo; se hicieron pedazos y hoy llaman el Salto de las Mujeres. Hubo otras canarias que buscando leña fueron sentidas de castellanos y también se desriscaron.

  3. Una crónica primitiva de la conquista de GC: El Matritense Pág. 78

Museo Canario año III nº 5 enero-abril 1935, pág 78
“De la cual respuesta fue muy agradecido el Pedro de Vera y escribió a Hernán Peraza loando la respuesta de fr. Alonso Jáimez y que le tenía en mucho miramiento, y le encargó que allí acompañase a su alcaide Alonso Fernández de Lugo y que junto hiciesen sus entradas en los canarios como de nobles se esperaba, y así lo hicieron, salteándolos sobre la Guayedra y Aretenara, haciendo presa en ellos y en sus ganados y mantenimientos con ciento y cuarenta hombres que tenían”

  1. RUMEU DE ARMAS “ El alcaide de Alcázar de Cordoba Juan de Frías, protector de la reina de Canaria” Revista el Museo Canario XLIII 1983
    “Primeramente gasté con la reina de Canaria, en el mes de septiembre de dicho año, que estuvo mal todo el dicho mes, que me la entregaron doliente a la muerte, se gastaron en medicinas y purgas y jaropes y otras cosas que fueron menester para su dolencia, y en un maestro que la curó, 650 maravedíes”.

  2. TOMÁS MARÍN Y CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de Canaria” Capítulo IX Folio 56, RSEAP, Las Palmas de Gran Canaria, 1986.
    “Del Real de Las Palmas corrían la costa hasta Maspalomas y Tirajana y cerca de Agüimes. En el barranco de Guayadeque halló Pedro de Vera un canario con ganado que no huyó y preguntado dijo que era cristiano y se llamaba Juan Mayor, natural de Lanzarote, que fue de los muchachos que los vecinos mas principales, vasallos de Diego de Herrera, trajeron treinta como en rehenes. Hablaba velozmente la lengua canaria y sabía toda la isla a palmos. Era cautivo del Guanarteme de Galdar, y allí fue preguntado por dónde asistía y qué era su intento, y queriéndose venir con Pedro de Vera se lo estorbó, y le dijo que pasase a Agaete con Alonso Fernández de Lugo y fuese espía de lo que pasaba, avisándole de todo, que se le daría el premio merecido, y dio la vuelta al Real de Las Palmas”.

  3. RUMEU DE ARMAS “El alcaide de Alcázar de Cordoba, Juan de Frías, protector de la reina de Canaria” Revista el Museo Canario XLIII 1983.
    “No estará de más señalar algunos antecedentes que enmarquen el acontecimiento. Fernando el Católico se presentó en la ciudad de los califas el 29 de marzo de 1482, mientras su esposa la reina Isabel, algo retrasada en el viaje, demoraría la entrada hasta el 23 de abril. Los monarcas se alojaron en el llamado Alcázar Nuevo, espléndida residencia en la que van a permanecer hasta el primero de octubre, una vez finalizada la campaña del año indicado. En un orden estrictamente familiar hay que señalar el alumbramiento por la reina Isabel, el 28 de junio, de la Infanta María, llamada con el tiempo a ser reina de Portugal por su matrimonio con Manuel I el Afortunado”.

  4. TOMÁS MARÍN Y CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de Canaria”
    “Juan Mayor, cumplió tan bien su palabra, que en pocos días de asistencia de espía fue de mucho provecho. Le trajeron nuevas al alcaide de que en un lugar junto al pueblo de Gáldar, en una cueva que mira al nacer del sol, habían entrado ya cerca de noche quince hombres que allí han de dormir. Fueron tres cuadrillas con la espía, rodearon la cueva y entraron donde estaban dormitando, que sin poderse menear ni aún rodear fueron presos y atados; y algunos dormían con mujeres y la espía dijo que el uno de ellos que tenía una mozuela era el Guadartheme de Gáldar, que por sus amores vino allí. Llegados ante el alcaide Lugo y los demás fue mucha la alegría que hubo con tan buena presa. Se dio luego la nueva a Pedro de Vera. Antes de romper el día llegó el propio con la carta. Fue de sumo gozo la prisión del rey Guayedra que era el que tantos males nos había hecho y ya nos juzgamos libres de tantos trabajos por haber dado fin a tantas fatigas como se padecían en Canaria”.

  5. DOMINIK JOSEPH WÖLFEL "Don Juan de Frías: El gran conquistador de Canarias" Museo canario 1953
    "Las circunstancias de la prisión prueban que entonces hubo una entrega voluntaria del guanarteme a los conquistadores y no una prisión. Irse a dormir tan cerca de los españoles, sin centinelas ni guardias, hubiese sido una tontería más que un atrevimiento. Pero el guanarteme va al Real de Las Palmas como huésped muy honrado y no como prisionero. Alonso de Lugo le acompaña, no le lleva. No hay tentativas de los indígenas de libertarlo, el gobernador Pedro de Vera va a su encuentro con pompa, no con aparejo de guerra; le abraza, le da todos los honores debidos a su rango, y en el Real es tratado como huésped distinguido y no como prisionero. El alcalde mayor lo acompaña como el mejor intérprete y cuando vuelve de la Península se pone el guanarteme a la cabeza de un ejército de indígenas cristianizados. Todo esto sería un enigma, si no tuviésemos ahora su clave".

  6. TOMÁS MARÍN Y CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de Canaria”
    “Envió Pedro de Vera que se lo enviasen bien guardado de los suyos, no se lo quitasen, señalando el día y que irían de acá por el camino del Bañadero a encontrarlo y que no se malograse lo que tanto había deseado. Salieron las espías delante habiendo caminado tres leguas casi camino de Guía. Divisamos la gente y su acompañamiento que se nos venía a juntar después de la bajada del risco. Causó en todos el regocijo que se podía esperar. Venía a pie con doce camaradas; le recibió Pedro de Vera a pie, le echó los brazos al cuello, y con él venía Juan Mayor por intérprete que fue muy acariciado de Pedro de Vera, afianzándole su servicio. Le llegaron un caballo de diestro muy aderezado y con dos hombres y no fue posible querer subir en él, y vinieron a pie el rey y los suyos. Salió toda la gente del Real a recibirle con salva, que mandó Pedro de Vera, dando gracias a Dios de ver en semejante estado la conquista y teniendo presente la causa de tantos males padecidos que allí tuvieron fin”.

  7. TOMÁS MARÍN Y CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de Canaria”
    “Hospedáronse en el palacio real; asistían juntos y estando para sentarse a comer a la mesa y puestas las sillas, entró a verlos el rey y luego el camarero volvía los espaldares a la mesa, y dijo Su Majestad que no dejasen de comer y que se sentasen, y Guayedra volvía la que le tocaba a él solamente para que el rey se sentase, y que él quería servir en pie. El rey los mandó sentar; obedecieron, el uno como debiera estar se puso y los otros, como estaban las sillas vueltas, sin poder comer hasta después. Comía el Guayedra poco y desabridamente y preguntado por el rey qué manjar o comida le sería de mas apetencia dijo: por ahora unos datilitos y un puño de gofio de la cebada de mi tierra. Mandó el rey, que luego que fuese cristiano, con la brevedad posible, los volviese Miguel de Mujica que había enviado a Vizcaya a recoger 200 hombres y algunos aventureros para que quedasen en la isla después de allanada a lo que se ofreció Guayedra y siendo cristianos fuese la isla toda por suya y volviesen a ella todos los canarios que estuviesen fuera libremente. Se bautizó con solemnidad real. Fueron padrinos el rey y la reina. Le echó agua el arzobispo de Toledo, don Pedro Gonzalez de Mendoza. Se llamó don Fernando Guanarteme”.

  8. LADERO QUESADA, M.A,: “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria”, en Anuario de Estudios Atlánticos nº 12 Madrid-Las Palmas, 1966,
    “Relación de la partida de Michel de Moxica e de las cosas que llevó.

Parece, por una carta firmada de Miguel de Moxica, su fecha en la villa del Puerto de Santa María a primero día de octubre de 1482, por do paresce que a la sazón partió el dicho Michel de Moxica para la Grand Canaria,…”

  1. TOMÁS MARÍN DE CUBAS: “Historia de la conquista de las siete islas de Canaria”
    “Pidió por merced le concediesen los riscos y dehesas para criar ganados llamados de Guayedra y juzgando el rey le concedía alguna gran ciudad u otra cosa fue muy satisfecho. Tendrá de largo más de media legua y muy poco de ancho. A los otros concedió el Aumastel, la Isleta y la costa de mar llamada Guanarteme, cerca del puerto. Los demás camaradas no se hicieron cristianos. Dio por merced a Juan Mayor la vara de alguacil mayor por toda su vida, y después pueden suceder en ella los de su familia primero que otra. Encargó mucho Su Majestad a Miguel el cuidado de volverlos a Canaria con mucho regalo y asistencia y que procurase dar fin a la conquista con los mejores modos y medios, que en ello se requería. Recogidos 200 ballesteros por su cuenta y ciento aventureros a la fama de buenos repartimientos salieron para Canaria a principios del mes de octubre de 1476 (?). Llegaba don Fernando Guadarteme al puerto de las Isletas el jueves 24 de octubre del mismo año; fue mucho el gozo de Pedro de Vera por saber cómo tan bien le había ido y mandó a Hernán Peraza, que dejando los gomeros a su cuidado, este fuese con doña Beatriz a la Gomera; vino al Real a besar la mano a Pedro de Vera y se fue haciendo muchas ofertas y cumplimientos”.

  2. MORALES PADRÓN, FRANCISCO “Canarias, crónicas de su conquista”, Ediciones del Cabildo Insular de Gran Canaria 3ª edición, 2008, pag. 3

Las cuentas de la conquista obligan a cambiar este escueto cuadro porque consta en ellas que a mediados de 1482 fue capturada una reina canaria esposa del guanarteme, la cual permaneció en la península hasta agosto de 1483 en que es entregada a su marido para regresar junto con una hijita que ha parido en septiembre de1482. Tenemos pues al Guanarteme en la metrópoli en 1483 y después del mes de abril… ¿No ha estado en la rendición final según siempre se ha hecho constar?...

El enigma únicamente lo podemos solventar considerando la posibilidad de:

  1. En marzo-abril de 1482 Fernando viaja a la península con su esposa encinta que permanece allí. D. Fernando regresó en octubre; no así la reina porque acababa de dar a luz y constituía un rehén.

  2. En 1483, tras la rendición de abril, Fernando Guanarteme viajó nuevamente a la península y recibió en agosto a su mujer e hija para retornar a Gran Canaria.

  3. MIGUEL ÁNGEL LADERO QUESADA. “ El gobernador Pedro de Vera en la conquista del reino de Granada”

Anuario de estudios atlánticos nº 12 1966 p 105-116

La conquista continuó en los meses siguientes: a mediados de 1482, la "reina", esposa del "guadarteme" de Gáldar, todavía en rebeldía, y que tenía en su poder buena parte de la isla, cayó prisionera de los castellanos al parecer. Fue traída a Castilla, seguramente en el viaje que Miguel de Mujica hizo por entonces, pues estaba ya en la península a finales de agosto. El 12 de febrero de 1483, su esposo fue apresado y comenzó a colaborar con los castellanos; con esta ayuda la conquista entró rápidamente en vías de liquidación, porque este segundo "guanarteme" viajó a su vez a Castilla en abril de 1483, y fue recibido por los reyes en Madrid donde el cardenal Mendoza lo bautizó con el nombre de don Fernando de Guanarteme . En el mes de agosto seguramente regresó a Gran Canaria con su esposa, después de una estancia en Córdoba y Sevilla.

  1. LADERO QUESADA, M.A,: “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria”, en Anuario de Estudios atlánticos nº 12 Madrid-Las Palmas, 1966, p.35

Relación de objetos recibidos por Miguel de Muxica para su partida de El Puerto de Santa María en octubre de 1482…

Que dio o pagó más por el gasto de un escudero que fue por lengua con Noguadarteme (sic) de Sevilla a Córdoba: mil e quilla a Córdoba : mill e quinientos maravedíes.

Que pagó por alquiler de un mulo en que fue el dicho escudero que iba como lengua: setecientos maravedíes.

  1. RUMEU DE ARMAS “ El alcaide de Alcázar de Cordoba Juan de Frías, protector de la reina de Canaria” Revista el Museo Canario XLIII 1983
    “La ciudad de los califas le iba a deparar el raro espectáculo de contemplar a otro monarca cautivo: el rey Boabdil de Granada prisionero de los andaluces de resultas de la derrota de Lucena. Relatan las crónicas que al Rey Católico le enorgullecía pasear a caballo por las calles de Córdoba, llevando a diestra y siniestra a los dos monarcas prisioneros”

  2. La cita se refiere a las conocidas octavas reales de Cairasco de Figueroa insertas en la traducción de la “Jerusalén libertada” de Torcuato Tasso y a la obra de Néstor Álamo “Tenesoya Vidina y otros relatos”

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  • Josep Berenguer

    Josep Berenguer

    10 años

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#11 / Segunda edición de "Abenchara" y primera de "Una ascendencia canaria de cinco siglos".

Con el título de “Una ascendencia canaria de cinco siglos” la editorial Cam-Pds me publica esta semana una obra resumen en la que se recogen casi todos mis artículos y conferencias sobre genealogía e historia de Canarias realizados en estos últimos años con la imprescindible participación de Juan Ramón García Torres y otros colaboradores. Son trabajos que en una primera versión, ahora corregida, se han venido publicando en diversos blogs amigos de la cultura canaria. El prólogo de la obra, que lleva por título “Una nueva ventana a la genealogía canaria” se lo debemos a Juan Gómez–Pamo Guerra del Río, bibliotecario de la Sociedad Científica El Museo Canario, mientras que la ilustración de portada, el acrílico titulado “La casa del olivo” que pueden ver en la imagen se la debemos al artista canario Alberto Lacave.

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#10 / Tertulia histórico-literaria con los lectores que quieran

Saludos efusivos a mis mecenas

La invitación adjunta está dirigida solo a los mecenas que hayan leído Abenchara y les haya interesado su trama. Les propongo participar en un diálogo en la Feria del Libro sobre la novela. No será una presentación más sino un debate sobre los hechos históricos que se sufren literariamente en ella
.

#08 / Por fin la presentación

Un estrecho abrazo a todas las personas que han hecho posible que "Abenchara" vea la luz. Creo que recientemente la editorial se ha puesto en contacto con ustedes para solicitarles el destinatario de la dedicatoria de los libros que les corresponden. Firmaré con orgullo esas notas de salutación y de aprecio personal a mis cincuenta y cinco grandes mecenas.

Les adjunto ahora la tarjeta de presentación del libro en la que, como pueden ver, además del respetado Plácido Checa que se ha empeñado con excepcional esmero en la edición, me acompañará en el acto Manolo Lobo, apreciado amigo, gracias a cuyas obras, especialmente su memorable "La conquista de Gran Canaria", esta novela histórica cuenta con la mejor de las contextualizaciones.

Agradecería a los que residen en la isla que me acompañen en mi bautismo como novelista el próximo viernes 14 de marzo a las 19:30 en… leer más

#07 / Propuesta de cubierta

Como anticipo de la obra de la cual todos ustedes han sido partícipes les mostramos, dándoles un millón de gracias, la propuesta de cubierta que ha hecho Cata nuestra genial diseñadora. Puede todavía sufrir algunos cambios pero la primera impresión que tenemos el editor y yo son magníficas. El cuadro que preside la portada se titula El drago milenario y es obra del fantástico pintor Alberto Lacave, mi primo hermano por más señas.

Informaremos en breve de la fecha de presentación oficial.

Un abrazo emocionado a todos mis mecenas

#06 / Presentación de "Romancero sureño"

A menos de cuatro días del cierre de esta exitosa campaña de patrocinio colectivo tengo el gusto de comunicar a mis mecenas a través de esta vía que el año no puede empezar mejor para mí, literariamente hablando, pues además de la próxima publicación de "Abenchara" ya ha salido de imprenta mi poemario "Romancero sureño" que se presenta el sábado 18 a las 8 en Agüimes.

Les adjunto la tarjeta de invitación por si alguno de ustedes que no viva muy lejos se anima a venir hasta Agüimes ese día. El acto además de las palabras del alcalde, del editor y del prologuista incluye mi recitación con apoyo de imágenes del poema épico "Desafío y muerte de Doramas" del que me siento muy orgulloso. Les gustará.

Un abrazo a todos

#05 / Agradecimiento colectivo a los 45 mecenas de Abenchara

Aunque aparezco en la foto del Canarias 7 con los ojos cerrados, les aseguro que es del orgullo que siento, después de haber reconocido públicamente su apoyo.

A todos mis mecenas les entregaré personalmente, si viven en Gran Canaria, los libros dedicados y el audiovisual comprometidos. Esto ocurrirá, esperamos, allá por finales de enero. A los demás amigos que vivan fuera se los enviaré por correo a la dirección que me señalen una vez reciban el día 14 de enero la notificación de cobro d el acantidad que han aportado.

Hasta esa fecha no se puede cerrar la página. Estas son las reglas del juego en Verkami. Por lo tanto durante ese tiempo otras personas se podrán sumar a la compra anticipada del ejemplar en papel. Es por eso que de común acuerdo con la editorial hemos abierto para otros suscriptores individuales, manteniendo el resto de opciones, la posibilidad de una aportación de 12 euros, precio inferior al que tendrá el libro cuando se venda en las librerías.

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#04 / Cantos de mestizaje

Ahora que estamos a punto de alcanzar entre todos la cantidad mágica de 900 euros que me garantiza la primera tirada en papel de Abenchara, aprovecho para subir la cubierta de Cantos de Mestizaje que muchos de ustedes, al aportar 30 euros, han obtenido como compensación (junto a la novela y el poemario La reina de Canaria) y para agradecer al mismo tiempo, a todos los colaboradores por orden de cúmulo de aportaciones (familia, amigos, compañeros de trabajo, camaradas de Roque Aguayro, lectores de Genealogías Canarias y a la librería Canaima...) el respaldo y la confianza obtenidos. Espero no defraudarles de modo que la novela les diga algo nuevo e importante sobre la historia de nuestro pueblo o más universalmente sobre la historia de los pueblos sojuzgados pues Abenchara representa los horrores de la conquista y la colonización en todo tiempo y lugar.

Puesto que… leer más

#03 / LA REINA DE CANARIA

Para engodar al personal, cariñosamente hablando, adjuntaremos en diferentes post la cubierta (portada, contraportada y solapas) de las obras literarias publicadas hasta la fecha por Faneque Hernández, quien suscribe esta nota, algunas de las cuales pueden obtenerse como compensación por el respaldo prestado a la novela histórica Abenchara.

En primer lugar "La reina de Canaria", mi ópera prima, editada por Cam Pds en 2010 dentro de la colección Episodios Insulares.

#02 / Librería Canaima

Nos gustaría agradecer a la librería Canaima su apoyo a este proyecto, resulta muy gratificante que, además de todos los mecenas que se ha ido sumando estos días, nos veamos respaldados por una librería. Muchas gracias.

#01 / Uno de mis artículos genealógicos que viene al caso

ALGUNAS CURIOSIDADES GENEALÓGICAS EN TORNO A UNA PROBADA ASCENDENCIA CANARIA DE CINCO SIGLOS

Faneque Hernández Bautista, profesor de Historia e inspector educativo

V. Ascendencia Semidán: Los Vega de Gran Canaria

Escultura de catalina Hernández obra de Beatriz de la Vega. Agüimes

En nuestro poemario La reina de Canaria así como en la obra escénica Romance de Abenchara hemos descrito literariamente las trágicas circunstancias del nacimiento de Catalina Hernández un 30 de septiembre de 1482 en el Alcázar de Córdoba. Su madre, Abenchara Chambeneder, la reina de Canaria, embarazada de varios meses, había sido apresada por las tropas castellanas en una de sus incursiones desde el fuerte de Agaete y posteriormente embarcada muy malherida, doliente a la muerte dicen las crónicas, con destino a la Península. En la corte cordobesa dará a luz a… leer más

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