EL REBELDE

#02 / Algunas noticias sobre Picelli y España

Teórico de la guerra de guerrillas, precursor en cierto modo del “Che Guevara”, según algunos testigos de la época, Guido Picelli dedicó largo tiempo al estudio de las técnicas de guerrilla utilizadas por los españoles contra el ejército invasor francés durante las guerras napoleónicas.

Estos estudios sirvieron de base para los cursos que impartió, entre 1933 y 1934, en la Escuela Leninista Internacional de Moscú. En esa ocasión, conoció a Enrique Lister y Juan Modesto, entonces estudiantes de los cursos, que se convertirían más tarde en populares comandantes del frente republicano durante la Guerra de España.

En 1934, Picelli que en su juventud fue actor y recitó junto a Ermete Zacconi, el más famoso actor de las primeras décadas del siglo, escribió y puso en escena en Moscú, en el Club de los Internacionales y en fábricas, varias piezas teatrales. Una de ellas estaba dedicada a la insurrección de los mineros de Asturias, que se alzaron en armas en octubre de 1934 y controlaron en pocos días la región, desarmando a la Guardia Civil y proclamando en Oviedo la República Socialista Asturiana. El gobierno central reprimió la insurrección con terribles masacres y más de 30.000 detenciones. El drama teatral escrito por Picelli, representado con éxito en las fábricas de Moscú, sensibilizó a los trabajadores soviéticos hacia la lucha de sus compañeros asturianos y anticipó en dos años el tema de la primera obra de Albert Camus, Révolte dans les Asturies (1936).

En los años de Moscú, Picelli conoció también a Dolores Ibarruri, antifascista española, mujer de Julian Ruiz, minero asturiano y activista político. Durante la Guerra de España, Picelli reencontró en Madrid a Dolores Ibarruri, que se hizo famosa por sus proclamas en defensa de la República. El día de Navidad de 1936, Dolores Ibarruri acudió a visitar a los garibaldinos de Picelli y les entregó regalos navideños de parte del gobierno republicano. Fue la última vez que el comandante italiano Y Dolores Ibarurri se encontraron.

En 1936, Picelli fue de los primeros en solicitar abandonar la Unión Soviética para acudir en defensa de la República española. En una carta del 10 de Agosto de 1936, dirigida a sus camaradas italianos exiliados en Paris, escribió: “Espero que mi ferviente deseo de estar en primera línea se cumpla”. En ese momento, Picelli sufría persecución y era victima en la fábrica de un proceso-purga que anunciaba el Gulag. Su solicitud de partida fue rechazada.

Sólo el 14 de Octubre de 1936, Picelli, de manera rocambolesca, tras arriesgarse a ser encarcelado por el Nkvd, la policía secreta de Stalin, consiguió dejar la URSS.

Llegado a Paris, Picelli abandonó el Partido Comunista italiano y conoció a Julian Gorkin, secretario internacional del PUOM, el partido comunista anti estalinista español.

Picelli partió para Barcelona con los hombres del POUM. Andreu Nin, secretario del POUM, le propuso comandar un batallón de sus milicias. Antes de que aceptara el mando, su amigo Ottavio Pastore, ya colaborador de Antonio Gramsci en “Ordine Nuovo” (“Nuevo Orden”), le convenció a unirse a las Brigadas de Voluntarios Internacionales en las formaciones italianas, formadas por socialistas, republicanos, comunistas y anarquistas, expresión de la idea del “Frente Único” que Picelli había impulsado en 1922. Consciente de los riesgos que corría con los estalinistas, se dejó convencer para asumir el mando del 9° Batallón de los Voluntarios Internacionales, compuesto por 500 hombres, la mayoría de ellos italianos.

Picelli adiestró en La Ronda, con gran capacidad, pero sorteando las numerosas dificultades creadas por los funcionarios estalinistas, a sus 500 hombres, que veneraban a su comandante. En los primeros días de diciembre de 1936, cuando el Batallón “Picelli” estaba listo para acudir en defensa de Madrid, llegó la orden de integrar la formación en el Batallón Garibaldi, comandado por el republicano Randolfo Pacciardi. Picelli, víctima de maquinaciones políticas, se encontró dirigiendo apenas una de las cuatro compañías del Garibaldi, bajo las órdenes de un comandante mucho menos experto que él. El 13 de diciembre, llegado a Madrid con sus hombres, fue acogido con gran entusiasmo por los garibaldinos. En los días que siguieron, participó en la muy dura batalla de Boadilla del Monte. Tras un breve periodo de descanso, el Batallón Garibaldi fue enviado el 30 de diciembre al frente de la carretera Madrid-Zaragoza.

El 1 de enero de 1937, se confió a Picelli el mando del entero Batallón Garibaldi en el ataque al pueblo de Mirabueno, localidad estratégica para el control de la carretera Madrid – Zaragoza.

Mientras a ambos flancos de la formación republicana los polacos eran rechazados por los franquistas en Almadrones y los franceses en Algora, Picelli consiguió conquistar Mirabueno gracias a una ofensiva “garibaldina”, rápida y determinada, haciéndose con alimentos y municiones y capturando a numerosos fascistas. A pesar de la abierta oposición de los comisarios estalinistas, fue nombrado sobre el terreno subcomandante del Garibaldi. Gustav Regler, escritor antifascista alemán y comisario político della XII Brigada, fue consciente del vacío que se creaba en torno a Picelli. En su novela “La Gran Cruzada”, dedicó un entero capitulo a Picelli, y anotó de esta manera el juicio sobre Picelli del comandante del Garibaldi, Randolfo Pacciardi: “Quisiera decírtelo, me gustaría cederte el mando; para mí eres un gran italiano, no importa lo que algunos amigos tuyos puedan tener contra ti.”

En los días siguientes, Picelli participó con éxito, apoyando a los voluntarios polacos, en la batalla de Almadrones.

El 5 de enero de 1937, recibió orden de atacar con dos compañías del Garibaldi la colina El Matorral y el espolón fortificado del San Cristobal. En poco tiempo, conquistó El Matorral, haciendo huir a los franquistas. Cuando estaba a punto de atacar el San Cristobal, fue alcanzado por una bala en la espalda. El cuerpo del comandante italiano quedó abandonado sobre el campo de batalla durante un día entero.

Giorgio Braccialarghe, oficial del Garibaldi y amigo de Picelli, anotó en su diario: “La búsqueda no es fácil. Nadie se ha preocupado de señalar el lugar, nadie se ha sentido en el deber de ir a visitarlo acabada la ofensiva. Contengo a duras penas mi indignación. No puedo olvidar el rostro sereno de Picelli. Parecía dormir, y sonreír dormido a quién sabe qué sueño de liberación final. La bala que lo fulminó, le golpeó por detrás, a la altura del corazón.” A Guido Picelli fueron tributados tres funerales de Estado, en Madrid, Valencia y Barcelona. Al de Barcelona asistieron cien mil personas. Considerando el despliegue de fuerzas armadas en las exequias, el evento fue vivido por los hombres del POUM como una advertencia dirigida a ellos.

En 1938, en el cementerio de Montjuic de Barcelona, se honró la memoria de Guido Picelli y Hans Biemler, comandantes de los Internacionales. Hablaron Giuseppe Longo (Gallo), André Marty y altos oficiales de la República. Sobre las circunstancias de la muerte de Picelli fue difundida una versión muy dudosa de los hechos. También la versión de la muerte de Biemler suscitó dudas y polémicas.

Siempre en 1938, altos mandos de las Brigadas Internacionales solicitaron oficialmente a la URSS la concesión a Picelli de “La orden de Lenin”, el más alto honor soviético. En un informe secreto remitido al KOMINTERN, Antonio Roasio, estalinista de hierro y hombre de Togliatti, intentó denigrar la memoria de Picelli relatando el breve viaje del comandante italiano con los anti estalinistas del POUM. El honor no le fue concedido.

En 1939, tras la caída de Barcelona, los franquistas destruyeron la tumba de Picelli en el cementerio de Montjuic.