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La cámara secreta / Slow Calm Life

En la sociedad del estrés actual esta agenda te reconectará con tu paz interior. Con el libro, descubrirás la historia del Alcoy modernista.

Emilio Agulló Valor

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Agenda Slow Calm Life. Este día es la vida.

Slow Calm Life no es una agenda al uso. Slow Calm Life es un libro de ayuda con enseñanzas claras, prácticas y sencillas que te ayudarán a reconectar con tu paz interior en este mundo de locos en el que vivimos.

Para ello, contiene multitud de herramientas que te permitirán controlar los niveles de estrés y conectar con tu paz interior.

Esta infografía resume toda la esencia de la agenda Slow Calm Life
Esta infografía resume toda la esencia de la agenda Slow Calm Life

Porque al contrario de lo que mucha gente cree, el estrés no está fuera, sino dentro de nosotros mismos.

La agenda la podrás encontrar en dos modalidades:

  • Agenda del curso 22/23 (Sep 22 - Ago 22)

  • Agenda anual 2023

Una vez reservada me pondré en contacto con usted para que especifique que modalidad desea. Aquí te dejo algunas imágenes del interior de la agenda:

2 plantillas para tus horarios
2 plantillas para tus horarios

Visión semanal agenda Slow Calm Life
Visión semanal agenda Slow Calm Life

Cada mes recomendaciones para un estilo de vida Slow Life
Cada mes recomendaciones para un estilo de vida Slow Life

Esta agenda pretende tomar distancia de todas estas demandas para volver a nosotros y vivir presente tu día a día. Por ello, no solo hay lugar para tareas y demandas de trabajo. En ella se insta a hacer hueco a todas las cosas que te hacen sentir bien, a premiarte y a organizarte para marcar objetivos de todo tipo (abordarlos con tiempo para que no se vuelvan urgentes) y poder alcanzarlos sin llegar a desarrollar altos niveles de estrés.

Busca tu momento cada día para reflexionar sobre el rumbo que está tomando tu vida y no te dejes arrastrar por la vorágine del ritmo de vida actual. Aprende a combinar la productividad con la importancia de disfrutar de la vida.

Libro: La cámara secreta

Alcoy 1918. Durante un acto importante desaparece un niño de forma misteriosa. ¿Dónde estará? ¿Estará vivo? ¿Quién será el desalmado que ha perpetuado esta desaparición? ¿Lo podrás averiguar? Viaja al Alcoy modernista y descubre todos sus detalles mientras tratas de solucionar el enigma de la desaparición.

Todas las respuestas a estos interrogantes y muchas cosas más las enontrarás en *La cámara secreta *

Con ilustraciones de Sara Gozálbez.

Alcoy 1918. Plaza de la Constitución
Alcoy 1918. Plaza de la Constitución

9 de julio de 1873
9 de julio de 1873

Alcoy forma parte de la Ruta Europea del Modenismo.

Descubre todos los detalles del Alcoy modernista
Descubre todos los detalles del Alcoy modernista

El objetivo principal de La cámara secreta es que mientras trates de resolver el enigma, te empapes de todos los detalles de la historia, costumbres y lugares característicos de la época modernista en Alcoy.

Una página de La cámara secreta
Una página de La cámara secreta

Sobre las recompensas

Tanto el libro como la agenda tienen dos modalidades. Una vez efectuada la reserva me pondré en contacto con ústed para que pueda elegir entre:

  • Agenda de curso (Sep 22 - Ago 22)

  • Agenda anual (2023)

  • La cámara secreta (Castellano)

  • La càmara secreta (Valencià)

Quiénes somos

En este proyecto me ha ayudado un círculo de gente cercana a la que he pedido opinión en todo los apartados, también he llevado a cabo encuestas para hacer un estudio de las preferencias e intentar hacer la agenda más completa posible.

Mi nombre es Emilio Agulló Valor. Soy profesor, escritor y quiromasajista. Tras un un problema que tuve en 2019; me gustaría compartir todo lo que me ha ayudado a recuperar la motivación, vivir el presente y salir adelante para disfrutar y saborear la vida más que nunca.

Para este proyecto estoy recibiendo la inestimable ayuda de Toni Miranda, German Mollá y Sara Gozálbez.

A qué destinaremos vuestras aportaciones

Las aportaciones irán destinadas a los gastos de creación, impresión, fabricación y distribución, tanto del libro como de la agenda.

Calendario previsto

Las agendas de curso se entregarán a finales de agosto.

Los libros y las agendas anuales, a finales de diciembre.

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15 comentarios

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  • Derio Santonja

    Derio Santonja

    más de 1 año

    Deseando leer el libro !!!

  • Emilio Agulló Valor

    Emilio Agulló Valor
    Autor/a

    más de 1 año

    ¡¡¡Muchas gracias por hacerlo posible!!!

  • tachomar

    tachomar

    más de 1 año

    Interesante proyecto con dos recompensas llenas de contenido y autoayuda.

  • Lidianagrau

    Lidianagrau

    más de 1 año

    Amb moltes ganes de tindreu entre les mans!

  • Noelia Peris Miralles

    Noelia Peris Miralles

    más de 1 año

    Encantada de colaborar en este nuevo reto literario de Emili Agulló, La cámara secreta. Éxito seguro.

  • Marisa Jorda

    Marisa Jorda

    más de 1 año

    Cree en ti! Sigue así!

  • Emilio Agulló Valor

    Emilio Agulló Valor
    Autor/a

    más de 1 año

    Carlos y Rafa. Moltíssimes gràcies y Vamos Deportivo. Un abraçot!

  • Rafa Soriano Soler

    Rafa Soriano Soler

    más de 1 año

    Con muchas ganas de tenerlo en mis manos!!!

  • Carlos Gran

    Carlos Gran

    casi 2 años

    Con ganas de leer esa Cámara Secreta y conocer los secretos del Modernismo en Alcoy! Dale fuerte Emili! Que ya queda menos para conseguirlo!!

  • Emilio Agulló Valor

    Emilio Agulló Valor
    Autor/a

    casi 2 años

    Gràcies Jordi. Espere que pugam comentarlo en una d'eixes jornades gastrònomiques que fem 😉

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#01 / 1.- Os dejo el borrador del primer capítulo de "La cámara secreta"

1

Alcoy 1917

En el reloj del campanario de la Plaza de la Constitución, las manecillas estaban a punto de accionar el mecanismo para que sonaran las ocho de la tarde. A pesar de estar en plena primavera, aquella era una tarde más fría y menos luminosa de lo habitual. Para los supersticiosos, el cielo encapotado no parecía traer buenos presagios.

A pesar de las circunstancias climatológicas poco favorables, la multitud se arremolinaba impaciente para poder presenciar la inauguración de un nuevo quiosco en la plaza. Se trataba de un templete de estilo Art Nouveau que iba a sustituir a la fuente surtidor que tantos años había presidido la plaza. Los ciudadanos llevaban mucho tiempo esperando este acontecimiento que había sido posible gracias a un D. Teodoro Arsis, que tras mucha insistencia consiguió el permiso del Consistorio. El nombre escogido para el quiosco fue La bohemia, y en él se servirían principalmente refrescos y licores para degustar en un marco incomparable como la plaza principal de la ciudad. Era una pequeña edificación de bella factura rematada con una cubierta que se había elaborado con la técnica “trencadís”, que había puesto de moda el magnífico arquitecto Antonio Gaudí.

Mientras transcurría el acto, un niño estaba ansioso con un balón de cuero cosido a mano debajo del brazo. Lo presionaba como el que guarda el tesoro más preciado del mundo. Sus padres estaban expectantes escuchando las palabras de D. Teodoro Arsis y el arquitecto D. Joaquín Aracil, pero él, se aburría sobremanera y solo deseaba alejarse a un lugar más tranquilo para dar unas patadas al balón.

—!Papá, mamá!, ¿puedo jugar un poco con el balón?
—¡No! Nicolás —espetó la madre—. Quédate con nosotros. No creo que se haga muy largo, ya prácticamente es de noche. Además hay mucha gente. Ven aquí delante con nosotros o te perderás.
—Por favor, madre. Me subo por la calle del Presidente Wilson. Está vacía. No molestaré a nadie.
—Va, déjale Rosa —suplicó Lorenzó mientras guiñaba el ojo a su hijo.
—No sé para qué digo nada —refunfuñó volviéndose hacia el acto.
—No te alejes mucho, de acuerdo —advirtió Lorenzo señalando con la cabeza hacia la calle.

Nicolás liberado del interés de los mayores, se fue corriendo hacia la calle que ascendía desde la plaza que estaba prácticamente desierta. Se concentró en el esférico, en esos momentos solo existían él y su balón. De mayor, quería lograr su sueño, ser un gran jugador de fútbol profesional.

Dejó el balón correr y empezó a hacer toques en el aire con el pie derecho, con el izquierdo, también alternando ambos pies e incluso elevaba el esférico para golpearlo de vez en cuando con los muslos o la cabeza. Tenía un envidiable y exquisito control del balón para su edad emulando a los mismísimos Santiago Bernabeu y Samitier, unos chavales que empezaban a despuntar en las filas del Real Madrid y Barcelona. A pesar del desnivel de la calle, contaba ya más de treinta toques seguidos en el aire cuando poco a poco fue perdiendo el control, se trastabilló y al dar un último toque forzado de espuela, el balón se alejó calle arriba hasta que se detuvo junto a una piedra. Siguió ascendiendo por la calle para recoger el balón y poder seguir practicando nuevas peripecias. Sin darse cuenta, pasó por delante de una mujer recostada en un portal, la señora tenía aspecto de meretriz y estaba bastante perjudicada, con claros síntomas de embriaguez.

—¡Hola guapo…! –dijo con voz casi inaudible.

Nicolás se asustó al ver el estado lamentable de la mujer, pero con la lección de no hablar con desconocidos muy aprendida, pasó de largo sin volver la vista atrás. Recogió la pelota y se dispuso a desandar el camino con la intención de volver a la plaza lo más pronto posible, y si no le quedaba más remedio, presenciar el final de la inauguración del quiosco junto a sus padres. Al pasar de nuevo por delante de la mujer, el miedo le hizo acelerar el paso y los latidos del corazón. Quería llegar cuanto antes al abrigo y seguridad de la multitud, pero apenas habían pasado unos segundos cuando de pronto, la oscuridad se cernió sobre él.

Notó como le colocaban un saco rugoso en la cabeza al mismo tiempo que una mano le presionaba con fuerza desmesurada la boca impidiéndole gritar y respirar con normalidad. El balón se le resbaló de entre sus manos. Lo que le sobrevino después fue notar como sus pies se separaban del suelo sin poder hacer nada para impedirlo. En un instante pasó de la libertad plena a sentirse como un títere en manos de un experto titiritero.

La mujer lo había presenciado todo. El balón se deslizó lentamente hasta detenerse a sus pies. Quiso gritar pero el lamentable estado de embriaguez en el que estaba no se lo permitió. Pensó en golpear el esférico en dirección a la plaza para alertar al tumulto que asistía sin perder detalle a la inauguración del quiosco. Tras mucho esfuerzo y una lucha interna para poder controlar su cuerpo, logró contactar con él e impulsarlo, pero le imprimió muy poca fuerza que el balón empezó un descenso tan lento que de no ser por la pendiente de la calle, se hubiese detenido de inmediato.

Mientras el balón iba rodando hacia la Plaza de la Constitución se iluminaron los magníficos faroles de Art Noveau despertando los aplausos y el regocijo de todos los presentes. Don Teodoro y el arquitecto procedían a resolver el resultado de la rifa con la que pretendían, por un lado, agradecer a los asistentes su presencia, y por el otro, dar un magnífico colofón al acto inaugural. El afortunado ganador de la rifa se llevaría a su casa un exquisito jamón de bellota recién llegado de la casa Joselito de Guijuelo en Salamanca. Sin ninguna duda, el Dom Pérignon de los jamones ibéricos. El arquitecto don Joaquín desempeñó el papel de mano inocente y se dispuso a extraer el boleto de entre los más de quinientos que se habían vendido para la ocasión. Removió bien el saco que los contenía y tras unos instantes que agregó para darle un poco más de emoción, extrajo el número premiado.

—Doscientos trece. Dos, uno, tres.

Después de unos segundos de incertidumbre y cuando el clamor popular ya pedía que se sacase otro boleto porque no aparecía el afortunado. Se escuchó una voz de entre la multitud.

—¡Aquí, aquí! —exclamó un señor pulcramente vestido.

El afortunado había sido Fernando, el hijo de una de las familias más influyentes de la ciudad, si no era ya la más. Era un hombre atractivo y elegante pero había algo que no encajaba en él, emanaba una sensación de malicia y superioridad que no le granjeaba la simpatía de los demás. Vivía, junto a su familia en la que seguramente era la vivienda más bonita de la ciudad. El animal que presidía la casa, símbolo de la soberbia, la vanidad y la opulencia entre otras muchas cosas así lo atestiguaba.

—¡Tongo, tongo! —empezó a gritar la multitud cuando se percató de quién había sido el afortunado.

La multitud estaba contrariada por partida doble; por un lado, por haber perdido la oportunidad de disfrutar del suculento jamón y por otro, por los designios de la suerte caprichosa que había escogido entre tanta necesidad, seguramente al que más se lo podía permitir. Fernando estaba a punto de heredar la fortuna de su padre y convertirse así en el hombre más rico de la ciudad y sus alrededores.

A regañadientes, le dejaron un pasillo por el que se aproximó lentamente al quiosco. El trayecto lo hizo entre murmullos y cuchicheos. Avanzó con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro a la vez que sostenía la mirada de todos y cada uno de los presentes que se cruzaban en su camino. Sabía la envidia que despertaba entre sus conciudadanos y él se jactaba todavía más de ello. Recibió de manos de don Teodoro el jamón y lo mostró sonriente al público saboreando el precioso momento de victoria, incluso lo disfrutó más que si se lo estuviese comiendo, puesto que el jamón no era uno de sus manjares favoritos. Algunos pocos lo aplaudieron pero la gran mayoría mostraba signos de desaprobación claramente visibles o mejor dicho, audibles.

Por fin el balón realizó todo el trayecto hasta golpear en los talones de la madre de Nicolás, que tras la algarabía formada por el premio, se disponía a girarse para localizar a su hijo y recogerlo antes de que la gente empezara la desbandada. Al darse la vuelta y no verlo por ningún lado, el corazón se le detuvo por un momento. Miró de nuevo nerviosa en todas las direcciones antes de alertar a su marido tirándole repetidamente del brazo. Lorenzo la miró con cara de estupefacción y al ver en la cara de su marido que él tampoco sabía donde estaba el niño, inundada por el miedo, empezó a gritar.

—¡Nicolás, Nicolás, Nicolás! —gritó ahogadamente la madre.

Debido al vocerío que se había formado por el resultado de la rifa, apenas se escuchaban los gritos de la madre.

—¡Nicolááás! —Lorenzo emitió un grito atronador que resonó en toda la plaza.

Nada. No hubo respuesta.

—¿Habéis visto a un niño de 8 años? —preguntaba el padre a voces a todo aquel que se cruzaba en su camino.

Unos negaban con la cabeza consternados; otros, no hacía falta que respondiesen pues sus rostros hablaban por sí solos. No podía estar lejos, no había pasado tanto tiempo desde que se fue a jugar o eso les parecía. Lorenzo empezó a correr desbocado hacia la calle del Presidente Wilson. Un grupo de amigos y vecinos al verlo, le acompañaron. La calle todavía seguía desierta a excepción de la mujer que yacía ahora desmayada en el suelo, víctima a todas luces de una grave intoxicación etílica.

La señora tenía el brazo extendido, el dedo y todo su cuerpo apuntaba hacia la parte superior de la calle.

—¡No puede haberse esfumado! ¡Nadie puede desaparecer así! —maldecía Lorenzo.
—¡Mirad! Parece que la señora quería indicar algo antes de desvanecerse —advirtió una mujer que se había unido al grupo.

Cada instante se acercaba más gente dispuesta a ayudar en la búsqueda. Un grupo de mujeres intentaba consolar y sostener a la madre que estaba de rodillas, gritando sin cesar el nombre de su pequeño. Otro grupo de voluntarios esperaba órdenes para ayudar en lo que hiciese falta. Trataban de organizarse para iniciar una búsqueda a pesar de que la noche ya había relevado al día y los nubarrones negros que cubrían el cielo de Alcoy empezaban a centellear anunciando la inminente tormenta.

—Hola soy policía. Me llamo Francesco. He mandado a mi compañero para reclutar más efectivos.
—Agente, le permití jugar a la pelota y de pronto el balón volvió pero de mi hijo Nicolás no hay ni rastro —informó Lorenzo con la voz entrecortada.
—¿Cuánto tiempo hace de eso?
—Ahora mismo, apenas unos minutos, quince, veinte a lo sumo.
—¿Qué edad tiene el niño?
—8 años.
—¿Puede darme una descripción rápida?
—Sí. Nicolás es castaño, tirando a rubio. Un metro y veinte centímetros debe medir. Iba vestido con un pantalón de tirantes gris, una camisa blanca y un gorro.
—Tenía el niño alguna razón para escapar.
—No. Todo lo contrario. Mi relación con él es genial. Él es el motor que gira mi vida.
—De acuerdo. Acercaros. Vamos a organizar batidas. Para ello es muy importante la colaboración ciudadana y el conocimiento del terreno porque según parece no tenemos la certeza del área exacta a batir. Nos dividiremos en tres grupos y peinaremos las siguientes zonas; el primer grupo, seguirá calle arriba y continuará por el cauce del río Molinar; el segundo, subirá también por la calle pero al llegar al río lo seguirá en sentido descendente, el tercer grupo peinará el resto del pueblo y buscará también al “Chente”. Pasa a ser el principal sospechoso —explicó el policía al mismo tiempo que trazaba unas marcas en el suelo.
—¿El “Chente”? —preguntó Lorenzo ansioso.
—También conocido como «Zapatones» Un hombre corpulento y de mirada desvaída al que la fortuna le dio la espalda. Desde niño vaga solitario por las montañas de nuestros alrededores y al parecer vive en una cueva escondida. No se sabe mucho más de él, su historia es más leyenda que realidad. A pesar de su tamaño, nunca se deja ver, aunque son muchos los que aseguran haberlo visto en extrañas circunstancias.
—¡Vale! No podemos perder más tiempo. Iré con el primer grupo —dijo Lorenzo.
—De acuerdo. También vamos a solicitar asistencia sanitaria para que atiendan a su esposa.
—Gracias agente.
—No me las dé. Es mi deber. La coordinación debe de ser muy importante si queremos albergar alguna esperanza.
—Agente, deberían de solicitar asistencia también para la señora que yace inconsciente en el suelo, tal vez pueda servir de ayuda —sugirió la mujer que reparó en la postura de la meretriz.
—Muy inteligente por su parte. Así se hará.

Como si de una maquinaria engrasada se tratase, hicieron tres grupos formados por un número similar de componentes. En ese mismo momento llegó el compañero de Francesco con dos agentes más.

—Este es mi compañero Mauro y los que le acompañan son los agentes Lopera y Cascales. Yo iré con el primer grupo, Mauro con el segundo, Lopera con el tercero y Cascales se quedará hasta que llegue la asistencia para las mujeres —ordenó Francesco.
—¡Vamos! —gritó Lorenzo que no perdía la esperanza.
—No perdamos ni un instante más. Los primeros minutos son los más importantes —agregó el agente Mauro.

Iniciaron la búsqueda con prisas. Caminaban deprisa, y gritaban el nombre de Nicolás mientras miraban por todos los recovecos en los que podría caber un niño, incluso aquellos que pasaban desapercibidos a primera vista. En el primer grupo, el ritmo que imponía Lorenzo insuflado por la adrenalina, era difícil de seguir incluso para Francesco. Pronto, a parte de los voluntarios les faltaba el aliento y les costaba mantener la unidad del grupo; para más inri, las nubes empezaron a descargar fríos gotarrones mientras la niebla fue poco a poco ganando terreno y dificultando mucho la visión. Los segundos que transcurrían desde el centelleo de los rayos hasta el estruendo eran cada vez menos. A pesar del peligro de estar bajo la tormenta, siguieron con la búsqueda casi tres horas más.

Pasaba el tiempo y no había indicios de que el temporal cesara, incluso parecía que la lluvia arreciaba cada vez con mucha más fuerza. Era una locura seguir así, los voluntarios de los grupos encargados de las batidas fueron desistiendo uno a uno. La tormenta había dejado a oscuras Alcoy, las antorchas no resistían el aguacero y la niebla apenas dejaba pasar la poca luz de la luna menguante. Decidieron posponer la búsqueda para el día siguiente al alba, pero Lorenzo sabía que las primeras horas eran cruciales para encontrar algún rastro de su hijo y no podía detener la búsqueda. Los relámpagos, lejos de asustarlo, le concedían unos instantes preciosos de luz en los que afinaba la visión al máximo para encontrar a Nicolás. Todos querían que los rayos cesaran; él, rezaba para que hubiesen más y más. Estaba fuera de sí.

—¡Lorenzo, tenemos que regresar! Está arreciando demasiado. Es muy peligroso, además estamos metidos en medio de la puñetera tormenta eléctrica. Es imposible que lo encontremos esta noche. Tenemos que tener sentido común. Vamos a tener que esperar a mañana —gritaba Francesco entre tanta lluvia.
—¿No lo entiende Francesco? ¡Yo, no puedo esperar!
—Entre en razón Lorenzo. Mi deber es proteger a cualquier ciudadano y está poniendo su vida en riesgo —seguía gritando Francesco bajo el temporal.
—¡No puedo! ¡Podría estar en cualquier lugar, calándose con esta agua. Puede que mañana sea demasiado tarde.
—Lorenzo, no le puedo obligar a volver a su casa, pero mi obligación es proteger también al resto de voluntarios. Mañana al alba continuaremos la búsqueda y veremos el resultado de los otros grupos. Nos vamos.

Lorenzo apretó los dientes lleno de ira y desesperación mientras veía como Francesco y los pocos voluntarios que quedaban desaparecían entre la niebla. Por un lado entendía la posición de Francesco y los demás, pero su instinto y el amor incondicional a su hijo no le dejaba otra alternativa. Siguió él solo la búsqueda a pesar de todas las circunstancias adversas.

—¡Nicolás, Nicolás, Nicolás! —no dejaba de gritar siguiendo a tientas el curso del río.

En ese mismo momento en el hospital de Alcoy trataban de despertar del coma etílico a la meretriz y recuperar a Rosa que había entrado en pánico.

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#04 / AGENDAS DE CURSO

Tras peleas varias con la imprenta. Me prometieron que las tendría en 10 días y las mandé´el 16 de agosto me han prometido (esta vez, en serio) que durante la semana que viene llegarán. Tan pronto me lleguen me pondré en contacto para que la tengáis lo antes posible. Siento mucho la demora.🤬🤬🤬

#01 / 1.- Os dejo el borrador del primer capítulo de "La cámara secreta"

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Alcoy 1917

En el reloj del campanario de la Plaza de la Constitución, las manecillas estaban a punto de accionar el mecanismo para que sonaran las ocho de la tarde. A pesar de estar en plena primavera, aquella era una tarde más fría y menos luminosa de lo habitual. Para los supersticiosos, el cielo encapotado no parecía traer buenos presagios.

A pesar de las circunstancias climatológicas poco favorables, la multitud se arremolinaba impaciente para poder presenciar la inauguración de un nuevo quiosco en la plaza. Se trataba de un templete de estilo Art Nouveau que iba a sustituir a la fuente surtidor que tantos años había presidido la plaza. Los ciudadanos llevaban mucho tiempo esperando este acontecimiento que había sido posible gracias a un D. Teodoro Arsis, que tras mucha insistencia consiguió el… leer más

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