AMOR EN TIEMPOS DE VIRUS Disco/Libro - Pablo Ríos

#03 / PRÓLOGO de Alberto Urrutia

Queridos mecenas, con el disco/libro ya entre las planchas de impresión, con vuestros nombres en ellas, el prólogo del mismo, por Alberto Urrutia:

Pablo en la vía purgativa:

Pablo Ríos es el autor de una de las canciones pop más hermosas que se han escrito nunca en este país: “La Actualidad”.

-Me gusta andar enterado de la actualidad; de saber cuando sales de casa con qué braga vas… - le confiesa en ella a su chica.

Obviamente, tras oírla por primera vez no pude por menos que caer rendido a su hacer artístico, pero no solo por la braga, si no también por que es un pedazo de canción a la altura de los mejores que pudieran haber escrito El Zurdo, Berlanga, Bonezzi o un tal Urrutia (Jaime). Si no la conocéis, buscadla en Youtube. (De nada).

A partir de ahí ya no dejé de seguir la pista de su evolución artística y aseguro que hasta ahora jamás me ha defraudado.

Pablo vive en la p. higuera, para qué nos vamos a engañar. Solo que le gusta bajar de ella de vez en cuando para mostrarnos a sus incondicionales todo lo que ha soñado en ese tiempo, y nos subyuga y nos transporta a ese mismo limbo suyo, lleno de belleza abrumadora, dulzura y sexo, mucho sexo. También se le cuela por una ranurilla del alma algo de vitriolo y una cierta particular acidez, pero él sabe hacer muy bien como que no.

Yo lo que le envidio enormemente es la cantidad y, sobre todo, la calidad de chicas maravillosas que suelen ir a sus perfomances a saber de sus últimos delirios melódicos, rítmicos y literarios, imprescindibles para alimentar el espíritu de seres tan evolucionados como ellas. Me encanta observarlas mientras bailan entregadas al son de su canto. Suelen ser bellísimas “accounts managers” de importantes multinacionales, eminentes oftalmólogas, solicitadísimas periodistas “freelance” en la cresta de la ola o alguna que otra arquitecta. Están todas buenísimas y son listísimas, incapaces de tragar con las necedades de los toscos e insensibles maromos que las pretenden habitualmente. Prefieren perderse en el follaje animal que les brinda Pablo y bailar como posesas a su son.

En estas estaba el exquisito “crooner” bilbaíno, preparando ya su habitual e ilusionante “perfomance” de primavera cuando empieza todo esto del bicho y tal. Además, una de estas arquitectas o “comunity manager” o vaya usted a saber qué le rompió el corazón y se quedó solo y en silencio en la reciente cuarentena. ¡Ah, la realidad, tan certera y traidora, siempre dispuesta a hendir su daga infame y desbaratar las más hermosas y sutiles ilusiones!

Su padre le dijo que se lo tomara con calma y, además, tuvo un primer encuentro con Dios, aunque enseguida se enfadó con él, lo que no quita para que sigan en relación.

A Pablo no parece importarle demasiado la sociología del asunto este del COVID (o sí), solo supo que tenía que quedarse apalancado en casa sin salir y que se había quedado sin chica y sin concierto. Y se lo tomó por lo místico y también un poco por lo existencial. Fue algo así como una de las fases que hay que atravesar para alcanzar la unión con Dios. La vía iluminativa, o tal vez la purgativa, no sé, una de esas. Vamos, que hay que pasarlas putillas y tal. Y en ello sigue ¿eh? Y así escribió durante esos días cosas tan estremecedoras como que “todos los tabiques de la casa se mantienen rectos y alineados, como el día anterior, así como los pomos y las puertas”.

También levitó Pablo, algo que es muy normal en él, y trató de ligar con su vecina, imposible como es para su persona el mantenerse alejado de lo femenino. Y también se hizo más consciente que nunca de la existencia de otros seres que vivían en su entorno: los demás vecinos. Pareció percibirlos con un cierto sentido entomológico, fascinado de observar su comportamiento en estado de reclusión.

Y, por supuesto, amó, o sea: hizo música, pero con una importante diferencia sobre toda la maravillosa que había hecho anteriormente: no la creó él, si no que en esta ocasión la hizo suya.

Descubrió así algo que muchos intuimos: cómo en la interpretación puede haber mucha más creatividad que en la mera invención de canciones.

Fue como si fuera a El Corte Inglés a comprar un traje de confección y luego se lo personalizara él mismo. La sisa por aquí, la cintura por allí…Las letras adaptadas al castellano le salieron magníficas, rotundas, gloriosas.

Canela en rama fue su selección: de Iggy Pop a “Frankie”, pasando por Joe Dassin, exquisiteces poco al uso por estas latitudes para seguir enamorando a ejecutivas senior, médicas forenses con la oposición recién aprobada, ingenieras industriales - como él mismo - creadoras de líneas de montaje en la Volvo sueca y, sí, hasta una cajera reponedora del Lidl o del Día, no sé bien, más lista que el hambre. Todas realizadas en lo profesional pero íntimamente frustradas en lo sentimental; tienen novios, claro, pero ellas saben secretamente que solo alguien como Pablo las podría llegar a entender y proporcionarles la dosis de imprescindible ensueño que sus vidas necesitan. Así que para todas ellas, afortunadas destinatarias del sueño del enclaustramiento de Pablo que encierra este disco/libro de precioso formato y magníficas ilustraciones.

De su amor inagotable, en fin, también en tiempos de virus.

Alberto Urrutia