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Noticia de Abu-l-Alá

Estamos preparando el cuarto poemario de Fernando Andú / Marwan Landulsi (publica con parsimonia, a razón de uno por década).

Marwan Landulsi

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Noticia de Abu-l-Alá es lugar de encuentro y reunión de tres poetas: Abu-l-Alá al-Maʿarri, uno de los más grandes de la literatura árabe, nacido en el siglo X («contaba cuatro años de edad cuando una viruela cubrió su rostro de cicatrices y le sumió en la ceguera ya de por vida, no dejándole sino el recuerdo de un color: el rojo, por cierta túnica azafranada que vestía a menudo cuando niño...»): Fernando Andú (Zaragoza, 1965), poeta, editor, crítico, arabista y a la sazón profesor de Lengua Castellana y Literatura en la Comunidad Foral de Navarra; y Marwan Landulsi (Ezzahara, Túnez, 2009), autor de un dietario titulado Bled (inédito), que ahora se da a conocer como poeta en España.

En el texto que sigue, concebido en origen para una charla que impartió en un instituto zaragozano, Andú reflexiona sobre sus distintas «personalidades poéticas». Y nos da algunas claves sobre qué significa para él, a fin de cuentas, ser poeta.

Sobre las recompensas

Los mecenas obtendrán un ejemplar del libro, que se publicará en una tirada de 300 ejemplares numerados. Además, su nombre se incluirá en la tabula gratulatoria final.

Quiénes somos

Fernando Andú / Marwan Landulsi (Zaragoza, 1965 / Ezzahara, 2009) es poeta, crítico literario y arabista. Durante quince años (1989-2004) trabajó colaboró en la sección de Cultura y Espectáculos y en el suplemento de Artes y Letras del diario Heraldo de Aragón. Al lado de Carlos Laita y José Antonio Sáez, entre 1989 y 1991 codirigió la colección de plaquettes de poesía Cave Canem. Como poeta ha publicado cuatro libros: La sangre y los alerces y otros poemas (Cave Canem, 1989), En otros términos (Lola Editorial, 1992), Invenciones de las cárceles (PUZ, 2002) y Diferencias (Eclipsados, 2013). Además ha aparecido en varias antologías, entre otras Antología consultada de la poesía aragonesa (Mira Editores, 1996) y Millenium. Ultimísima poesía española (Sial, 2000). Como arabista es autor del ensayo Esplendor de la poesía en la taifa de Zaragoza (Mira Editores, 2007). En su faceta de hispanista ha publicado diversos artículos y forma parte del equipo editorial de la revista Dirāsāt Hispānicas.

El poeta
El poeta

En este proyecto colaboran Álvaro Santamaría (diseño) y Bárbara E. Solans (edición técnica).

A qué destinaremos vuestras aportaciones

He aquí el desglose de nuestro objetivo de financiación (1055 €): 45 € para gastos de gestión del ISBN, 895 € para gastos de impresión y encuadernación y 115 € para gastos de envío de los mecenas que viven fuera de Zaragoza.

Calendario previsto

Si todo va bien, vamos a máquinas en julio de 2023. Los mecenas recibirán su ejemplar a lo largo del verano.

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11 comments

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  • Marwan Landulsi

    Marwan Landulsi

    11 months

    Gracias, querido Cristóbal, por tu apoyo y confianza. Cierto que si contabilizamos “La sangre y los alerces” es el quinto poemario que publico pero, al tratarse de una plaquette y no de un libro y contener series de poemas que aparecieron con posterioridad en otros poemarios no sé muy bien si considerarlo entrega poética o avance. En realidad, habida cuenta de mi modus operandi, lo suyo sería considerarlo poemario pero, bueno, tampoco hay que descartar que “Noticia” sea el primero de Marwan Landulsi y que la carrera poética de Fernando terminase con “Diferencias”. Al fin y al cabo, el poema de José Antonio Sáez que abría el libro no dejaba de ser un epitafio…

  • Cristóbal Cortés

    Cristóbal Cortés

    11 months

    Estimado Fernando:

    Me alegra mucho que hayas conseguido financiar tu libro., Mentiría si te dijera que siempre estuve seguro de que lo lograrías.

    Pero ¿Cuarto poemario? - Me has obligado a desempolvar los estantes de libros viejos que habitan mi despacho de casa, donde guardo los poemarios y escritos de mis amigos, que son también los tuyos; ya sabes, el inefable José Antonio, el incansable César, el sabio Alberto, ... y tú. Estos son los volúmenes que he encontrado:

    La Sangre y los Alerces y Otros Poemas, Cave Canem (1989)

    En Otros Términos. Lola Editorial (1992)

    Invenciones de las Cárceles, Prensas Universitarias de Zaragoza (2002)

    Diferencias. Eclipsados (2013)

    Aunque el último incluye al primero (y escritos varios de José Antonio), yo diría que hay poemas nuevos ¿o no?

    FURIOSO

    en la otra región

    sirgan venas las urces y en lodo los centau_

    ros

    calendarios de nieve donde se agitan

    aúllan

    allí

  • fernando andú

    fernando andú

    11 months

    Queridísimo Marwan:

    A punto de aparecer tu "Noticia de Abu-l-Alá" -parabienes desde aquí-, un buen amigo mío, sabedor de nuestros devaneos literarios a cuenta de la autoficción y del desdoblamiento, me envía unos versos de Eugenio Montale que no me resisto a compartir contigo:

    "Ya no es fábula / si el diablo se presenta / como entonces el gran Fregoli, / travestido. / Pero el auténtico travesti, / que fue uno de los ejes / del viejo melodrama, / no está del todo agotado. / No necesita para nada / pelucas, cremas u otra cosa. / Basta mirarse en el espejo / para creerse otros. / Otros y siempre distintos / aunque siempre reconocibles / por quien se ha vuelto cliché / de nuestro rostro. / Por eso es siempre vano / el arte del desdoblamiento: / hemos querido camuflarnos / como prostitutos noctívagos / para esconder mejor las llagas / pero es inútil, basta vernos".

    ¿Reconozco al autor de "Noticia..." en ellos? ¿Me reconozco a mí mismo? En absoluto. No, al menos, a las personas o voces poéticas conocidas como Fernando Andú o Marwan Landulsi, pues que ninguna de ellas comulgan para nada ni con la forma ni con el fondo de este Montale de imaginería tétrica y tono melodramático y sí, guardando bien las distancias, con el Wallace Stevens que escribió aquello de que "en el sentimentalismo fracasa el sentimiento".

    Me gustaría añadir que el gran Fregoli montaliano me recuerda, más bien, al Cernuda de "Desolación en la quimera", o al Gil de Biedma de "Poemas póstumos", poetas a quienes admiro, primero, por la calidad de su escritura, claro, y, después, precisamente por la gran distancia que me separa de ellos, con toda probabilidad, a causa de la ironía que los caracteriza, que a mí siempre me ha parecido, más que una muestra de inteligencia, una manifestación de resentimiento (al igual que el sentimentalismo, algo así como un sentimiento que en algún momento dejó de serlo).

    Abundando en Cernuda y Gil de Biedma, ambos eran ciertamente maestros en lo que Robert Laungbaum bautizó como monólogo dramático, técnica explotada por epígonos sin cuento durante décadas y decádas en el panorama lírico patrio so pretexto de escribir lo que se dio en llamar "poesía de la experiencia" (¿qué poesía no lo es?, me pregunto), que yo aborrecí en su momento y que hoy solo detesto cordialmente, cada vez más convencido de la inanidad de cualquier convicción literaria o de otro tipo.

    Aunque no tanto como a ti, de siempre me ha interesado el tema de la autenticidad en poesía -el confessus de los antiguos-, y, puesto a hacer trampas, ya desde mis inicios me decanté por otros modos de impostura, por ejemplo, el metafórico, practicado por Dylan Thomas de forma magistral en este poema imprecación:

    "Oh hazme una máscara y un muro que me oculte de tus espías / de esos agudos ojos esmaltados y de las garras ostentosas / de la rebeldía y la violación en los viveros de mi rostro, / una mordaza de árbol, en silencio golpeado para cubrirme de los desnudos enemigos / hazme una lengua de bayoneta en esta oración indefensa, / vuelve mi boca flagrante y que sea una trompeta de mentiras soplada dulcemente, / dame las facciones de un tonto moldeado en vieja armadura y roble / para escudar el cerebro brillante y confundir a los indagadores, / y un dolor viudo manchado de lágrimas caído de las pestañas / para velar la belladona y hacer que adviertan los ojos secos / que otros traicionan las quejumbrosas mentiras de sus pérdidas / con los pliegues de la boca desnuda y la risa solapada".

    Traigo a colación al poeta galés porque hace unos años alguien me planteó esta cuestión: "Habla de algo importante en tu vida y dónde lo aprendiste". Y en mi respuesta, que transcribo a continuación, no pude por menos que citarlo al explicar mi particular vivencia de lo metafórico:

    "Aprendí lo que es una metáfora en el valle de Pineta. Antes de convertirme en ella, yo sabía lo que me habían enseñado en el colegio, en el instituto, en la universidad: que se trataba de una figura estilística, de un tropo consistente en “la sustitución (…) de un verbum proprium (…) por una palabra cuya propia significación proprie está en una relación de analogía (…) con la de la palabra sustituida…” (Lausberg dixit).

    Fue a principios de los noventa, por junio, cuando comenzaba a deshelarse el Pirineo y, tal vez por ello, apenas se veía gente en un paraje, los alrededores del Parador Nacional de Pineta y Monte Perdido, que, en pleno verano, solía estar abarrotado. Estaba enfrascado en la lectura del Paradiso de Lezama Lima y en medio de una crisis. De unas cuantas crisis, mejor: por decirlo en breves palabras, en transición de la edad de la inocencia a la edad de la experiencia. Fue como una epifanía. No: fue una epifanía. Caminaba en sentido contrario a las aguas del río Cinca, que desde los picos del glaciar de Monte Perdido y del circo de Marboré bajan atravesando longitudinalmente todo el valle. Caminaba a contracorriente. Como mi vida en aquel tiempo. Ciertamente, aquello era lo que había estado persiguiendo durante muchos días, semanas, meses; lo que había ido a buscar –pero no: a encontrar- en las montañas: una señal, algo que me permitiera explicarla y comprenderme.

    Dylan Thomas escribía poemas que buscaban personas para los que ser su metáfora. Yo aprendí a ser metáfora en la escuela de Pineta".

    Volviendo al tema del confessus, creo recordar que José Ignacio, en la última carta que te envió, también se refería, aunque de modo tangencial, al problema de la verdad. La verdad que está al otro lado de las palabras... Acostumbrado a vagar y divagar por pirenaicas sendas de bosque con espíritu heideggeriano, como a él, a mí también me interesa escudriñar los hechos en busca de la verdad que se oculta o transparece detrás de ellos y, ahora que vas a dar a la estampa "Noticia...", estoy tentado de preguntarte: ¿Quién es en verdad su autor? ¿Abu-l-Alá Al Ma'arri? ¿Marwan Landulsi? ¿Ambos al alimón? ¿Ninguno de ellos? ¿Qué se oculta o transparece en sus voltarias identidades?

    En cuanto a mí, Fernando Andú, poeta, arabista, crítico, editor, profesor... únicamente puedo decir: "Yo sé quien soy", aunque, eso sí, un poco a la manera de Don Quijote (o Alonso Quijano) en aquel pasaje en que el personaje cervantino (o cidehametebenengeliano) dialoga con un labrador:

    "—Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.

    —Yo sé quién soy —respondió don Quijote—, y sé que puedo ser, no solo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron se aventajarán las mías".

    Enhorabuena por ¿tu? "Noticia...".

    Abrazo desde Valencia,

    F.A.

  • JOSE I DIEGO LIDOY

    JOSE I DIEGO LIDOY

    11 months

    Estimado Marwan:

    Son palabras sabias para la edad que parece tener las contenidas en su última misiva. Quizá la sombra de nuestro común amigo Fernando produzca, más allá de la emulación, una ósmosis de savia entre raíces, fecunda para ambos. Por otra parte, la tradición oriental es rica en tesoros, ahora tan desechados como la cultura occidental ha deshecho los suyos. Los retrocesos a veces se revisten de la forma del progreso, como es nuestro caso, en el suyo por enquistamiento en un pasado fosilizado. En cualquier caso, veo que goza de la libertad de citar a Adonis, sirio ilustre de familia alauita de un país ahora ruina.  
    Andú es un cruce errante de esas dos tradiciones traicionadas por su respectiva Historia, y, como tal cruce, rico y bizarro, ha tomado la decisión de editarse este Noticia y escribirlo a cuatro manos. Nada impostado hay en él; Fernando ya ha visto morir muchos soles en muchos desiertos de agua o arena: un beduino que, como Rimbaud, los atraviesa erguido, pero sin traficar salvo con las lenguas que lo invisten y su popoa biografía. Más difícil, quizá pueda ser sobrevivir a los desiertos de las Bardenas; a menudo lo cercano nos reserva el veneno para el que no tenemos antídoto. Confío en que su compañía lo salvaguarde de los bárbaros.
    Si la poesía es una traducción o no es un tema que no acabará nunca. Pero si fuera estrictamente una traducción sería porque hay otro idioma del que verter. Y no hay otro idioma. La poesía es un idioma en sí superpuesto al idioma usado.
    

    No basta con el uso de imágenes desplazadas o un léxico que despunte. No basta el culto a la belleza ni sumergirse en los infiernos, desbrozar el lenguaje o descuartizarl. Un aldeano de Asturias , a mi pregunta de qué paraje cercano le parecía más bonito, respondió con una frase que para mí se ha vuelto mantra: “ Lo bonitu, lo feu, ¿quién lo sabe?”.
    La sensibilidad de las puntas de los dedos, la dureza de los caninos o unos pezones, el olor de una humareda entre los cañaverales, la voz de unas campanas vistiendo el espacio con el temblor de las ondas de agua producidas por una piedra, el aleteo de una carne que se pliega y despliega, , la ira ante la injusticia-que es inmortal-, el hedor de las bostas de vaca sobre la hierba recién llovida. Todo eso son palabras, sintagmas, oraciones. Pueden evocar, pero la poesía es más que una evocación. Resonarán los versos de aquel Manrique que lamentaba la muerte de su padre ( menudo pájaro) pues sus coplas se embridan en la memoria como las liras de aquel frailecillo prófugo (luego nombrado santo ) en busca del Amado por esos mundos sin dios. La poesía no es lenguaje, ni es lenguaje todo lo que parece. En la poesía el lenguaje es un instrumento que deja de ser reificado para la mentira, la publicidad, el argumento, la información, la exposición o cualquier otro uso derivado de su función comunicativa. No es una suma ni una resta, sino un fenómeno físico como los agujeros de gusano. La poesía debe ser explicada al margen de la palabra, del hecho lingüístico. Solo en una cuarta dimensión es posible el fenómeno. De la misma manera, la música no es el trance. La madalena proustiana. El testamento de Villon. Los hombres huecos de Eliot.
    Solo se puede traducir una poesía desde el presupuesto de que esta es un idioma en sí, que se presenta colonizando al lenguaje que usa como vehículo. Traducir de un idioma a otro no es traducir “poesía”. La literalidad no es posible en cuestiones de rima y ritmo, (y este se pierde a menudo de un idioma a otro) pero desencajar su campo semántico, por exceso o defecto, es reescribirlo, lo cual no es ni bueno ni malo, sino diferente. Puede mejorar el poema o lo puede arruinar. Es escribir un poema diferente. Pero no se trata de eso. Es algo más complejo que el traduttore traditore. Hay que dejar la poesía como fue concebida, siempre teniendo en cuenta la advertencia de Umberto Eco de que será casi igual, pero no igual. Ahí no llegará la AI, y podemos reírnos a gusto.

    Pero en sí, al traducir a secas, el hecho poemático queda sin iluminar. ¿Se puede prescindir de los guiones con que Emily Dickinson marcaba sus orfebrerías? Se puede hacer lo que se quiera (en uno de mis libros la editorial impuso uno así, en el colofón, contra mi criterio, suprimiéndolos), pero no se debe, pues no respira igual: ahí está el aliento de la mujer retraída que sorteaba el desaliento escribiendo en la mesa camilla del cuarto de estar o en la cocina. El poema no se lee igual. No creo que a nadie se le ocurra suprimir los blancos y la disposición tipográfica de Un coup de dés jamais n ´abolira le hasard. Si esto sucede con un guion, podemos imaginar lo que sucede en el trasvase de un poema, de Paul Celan por poner el que a Fernando tanto admira, o del último José Ángel Valente, por ejemplo.

    La traducción del idioma original que es en sí la poesía se disgrega en la traslación del idioma particular en que quedó inscrito por el esforzado o iluminado poeta, como la escrituras sumerias o íberas sobre la piedra donde se labraban.
    Cometeré la impudicia de citar un fragmento de una novela mía inédita- rechazada cuatro o cinco veces-, La posición del escriba, que gira en torno a la abrupta pérdida de lenguaje , incluso de su lengua materna, que acomete a un intérprete de polaco en el Parlamento de Bruselas; esa mudez – sin diagnóstico médico aparente- lo sume en un estado semiautista del que tratará de salir desapareciendo físicamente los escenarios de su vida habitual ( trabajo, domicilio, finalmente páis, hasta regresar a su ciudad de origen) . De ese estado lo redime el motivo original que lo llevó a vivir en otro idioma -pues la lengua que hablamos modifica la vida que percibimos -: la traducción de determinados poetas: “Fue entonces cuando José Manuel, como obedeciendo a una orden remota, inaccesible, salvó de su mochila de mano el libro que andaba en trance de verter del polaco. No era un deber impuesto, ni una sublimación de sus erratas, sino una cuestión vital, como el pulso de las sienes.

    Ya lo había sentido al traducir a la Szymborska, ahora le tocaba el turno a Zbigniew Herbert: Haceldama, ¿cómo se traducía eso? ¿Campo de sangre? Lo dejaba como estaba, no era polaco. Le gustaba cuando esa generación de poetas tomaba un pretexto argumental, ese poder evocativo que había solo en el lenguaje rescataba de la usura, la desmemoria eterna. Pobre Polonia, siempre luchando por ser ella, por ser Europa, desgarrada, forzada, exterminada, anulada. Solo a través del lenguaje recobraríamos algo parecido a un alma, una conciencia, tan efímera como nuestra permanencia sobre la tierra. Algo que pudiéramos llamar nosotros. Sí, pero la lengua también se pudría en la ciénaga de los asuntos sucios; se había convertido en un escriba, le recordó Haceldama: “Los sacerdotes tienen un problema/ en la frontera entre la ética y la responsabilidad”. No, en vez de frontera mejor lindes; y mejor conciencia que responsabilidad. Los sacerdotes habían dejado paso a los chamarileros de ideologías, pero ellos ya no tenían conciencia; el ámbito de la conciencia se había estrechado sustituido por los fanatismos y anteojeras. Nada nuevo. Él esparcía su basura, al igual que el ejército de traductores de la Torre de Babel. Traduttore traditore: conciencia. Ya había sido bastante fiel, fiel hasta las peores deslealtades. Recordó el código deontológico: “En la adaptación a la lengua de destino el profesional no añadirá, omitirá ni modificará nada de lo expresado en la lengua de partida”. Y sentía náuseas: conciencia. “Qué hacer con las monedas de plata/ que Judas les lanzó a los pies”, proseguía el poema. Herbert tenía algo de Kavafis en su concepción de la historia como presente continuo. Las monedas de plata, que se lo dijeran al Bundesbank cuando agravó la miseria durante la Gran Recesión. De aquel barro pantanoso emergían monstruosos fantasmas dormidos. El agujero negro de la Historia; existía la muerte para poder olvidar. ¿Y por qué le daba vueltas a esa traducción? Nadie se la había pedido. Los caminos se endurecían a la espera de lluvia. Él también. La poesía era la lluvia. “Y solo se apartará de la literalidad en la medida en que dicha adaptación lo exija.”, proseguía el juramento. La fatiga de no estar fatigado lo hacía divagar con Willy por los senderos en una nebulosa de pensamientos; lo hacía sufrir en la cama horas nocturnas de pesadillas diurnas, recostando la cabeza entonces sobre un brazo para sentir su respiración.”
    El oficio de intérprete sucede a otra escala que el de traductor. Acabo de terminar una interesante novela de Katie Kitamura, Intimidades, que enhebra una delicada historia de amor – otro idioma propio y, a menudo, particular, como el de cada par amante- de una intérprete en un tribunal Penal Internacional con su peripecia al tener que ejercer su oficio en el caso de un Ex jefe de Estado africano acusado de crímenes genocidas. Hay certeras reflexiones acerca del oficio: la intérprete debe captar la respiración, aliento, de la fuente emisora, por más que le repela: “No era la reprimenda que me hubiera gustado soltarle, y, como declaración, era abstracta hasta el punto de no aportar casi nada. Sin embargo, era la verdad; yo no ofuscaría el significado de lo que él había hecho, de esas palabras que él consideraba insuficientes, mi tarea era asegurarme de que no hubiera una ruta de escape entre las lenguas”. Surge la cuestión de “la verdad”, qué concepto escurridizo en el magma evanescente de los hechos. Y bien, de eso se trata: la verdad no está en las palabras de ese criminal, pues este trata de empañar los hechos. La verdad está en los hechos que se trata de esclarecer al otro lado de las palabras.

    Así, el traductor es un restaurador del hecho poético original, sin alterar, no ya el soporte original lingüístico, sino esa verdad que está inscrita sobre el lenguaje y que no es el lenguaje.

    A diferencia del intérprete, el traductor no puede perder de vista el conjunto de la obra del poeta que traduce. Porque puede suceder que el intérprete lo haga: en la novela que acabo de citar, la intérprete responde a la pregunta de una amiga sobre cómo va el proceso que ella lo ignora porque a partir de cierto momento de cada vista ella pierde la noción de conjunto absorta y concentrada en las palabras y tonos del supuestamente criminal. Ahí empieza y termina su tarea. Pero si esto le sucede al traductor, su traducción, sí será incorrecta. Las obras de un poeta dialogan y reverberan entre sí. En fin, me hubiera gustado conocer esta novela antes de escribir la mía, aunque eso es imposible pues la inédita es anterior. Caso de que se edite, sí puedo aprovechar en la revisión necesaria (respetando el horizonte desde el que fue escrita), alguna de las cosas que, como lector y escritor, he aprendido con respecto al tema.

    Puede sorprenderle, amigo Marwan, que hable de prosa. Sé que los poetas no acostumbran a leer ficción, encumbrados en las alturas inaccesibles de la palabra como surfistas en busca de su ola gigante, ni los novelistas (y, en general, casi nadie) suele leer poesía porque lossaca de su zona de confort. Y prácticamente ninguno lee filosofía. Estos errores suelen aislar zonas de contacto que acaban empobreciendo el idioma original de la creación, que comparten todos los géneros en mayor o menor medida.
    La traducción es un bien común. Kundera tiene un hermoso ensayo sobre la necesidad de los traductores, sin los que no existirá esa necesaria influencia de un autor sobre otro, ni el respeto de una cultura por otra. En definitiva, en Europa seguirían sonando tambores de guerra. El episodio de Ucrania viene determinado precisamente por esto, Rusia perdió durante la Ilustración su posibilidad de ser realmente europea: Catalina prefirió su caballo a la biblioteca de Diderot.

    Mi querido Fernando, que es un erudito de fondo, ha ejercido de corrector, y supongo que habrá experimentado náuseas al tener que aclarar lingüísticamente y enmendar ciertas los penosos defectos verbales de numerosas obras irreproducibles, las mismas que asolan las casetas de la Feria del Libro, que ahora va a celebrarse como la gran Fiesta de la Creación – ¡y una mierda!-. Él podrá, si no lo ha hecho ya, ilustrarle sobre las miserias de textos que , como decía en anterior carta, apenas son significantes, botellas sin la consabida misiva, hojas pegadas que ya ni siquiera huelen a tinta. No olvide, Marwan, que no es lenguaje todo lo que parece.

    Esperando que puedan servirle de algo estas consideraciones de un viejo lector y  escritor viejo, un afectuoso abrazo:
    

    José Ignacio de Diego Lidoy

  • Marwan Landulsi

    Marwan Landulsi
    Author

    11 months

    Estimado José Ignacio de Diego Lidoy:

    Leo su respuesta a la misiva que le envía mi querido maestro (pues que de pupilo me moteja en ella) y, al hilo de la traducción y de la traducibilidad o intraducibilidad de la poesía, me gustaría contarle cierta anécdota sobre la más que menguada fortuna que le cupo al señor Andú en el único intento de verter al árabe un poema suyo del que tengo noticia.

    Refiere Andú en algún lugar que, habiendo coincidido con una arabista italiana durante una estancia lingüística en el Yemen en el verano de 2003, enterada que fue de su condición de poeta y disponiendo del aval de su excelente conocimiento del árabe clásico y de su más que correcto dominio del español, le propuso traducir algún poema de su autoría que le pareciese digno de ser traducido. El maestro aceptó de grado el envite y eligió un breve poema que dice así: "Mi único surco / estérilmente / labro. // El pie / que huella / la tierra y el temblor". La arabista tradujo el poema al árabe de forma impecable salvo por un detalle: como no había comprendido bien el significado último del texto por carecer de la formación poética necesaria para captarlo, trasvasó de una lengua a otra únicamente las palabras, conque su versión, algo más agraria de lo habitual para un lector árabe de poesía, cuando sometida al examen de sus profesores yemeníes, no dejó de parecerles francamente extraña y escasamente poética, más propia de un tratado de agricultura que de un diván al uso, ajenos como eran a la condición campesina de toda lengua derivada del latín y al universo metafórico al que Andú había recurrido: surco, labrar, pie, en su deseo de escribir un metapoema, o sea, un poema que habla de la poesía, dentro del mundo referencial de la tradición clásica grecolatina.

    En efecto, en la versión de su bienintencionada compañera los equivalentes de "surcos", "labro" y "pies" estaban de más, echándose a faltar lo único verdaderamente irreemplazable en un metapoema acorde a la tradición poética árabe, las palabras árabes que designan la jaima, su mástil y el cauce en cuya proximidad suele instalarse, términos conformes a la verdadera significación del texto. El propio Andú lo retradujo al castellano desde la versión árabe que él mismo había escrito en paralelo a la de la arabista italiana y que le parecía más próxima a la inteligencia del poema: “En el mar planto mi casa. / Sus pilares, cuerdas de agua”, solución que, en opinión de un buen amigo del poeta. su principal confidente literario desde los tiempos de Cave Canem, mejoraba el original.

    En este mismo lugar: un texto escrito en homenaje a Modest Solans Mur, poeta y traductor barbastrense cuya memoria ha ido recuperando su familia estos últimos años en hermosas ediciones de su obra, exposiciones y otros actos, el maestro observaba algo con lo que estoy completamente de acuerdo: que, conviniendo con el poeta norteamericano Robert Frost en que, por lo general, “la poesía es lo que se pierde en la traducción”, hay casos ciertamente singulares que nos hacen pensar en la idea borgiana de una traducción que, por su conocimiento poético y por su creatividad, llega a poner en entredicho el concepto de autoría: el Cambio de aliento de Felipe Boso mejorando el original de Celan, las Iluminaciones de Cintio Vitier y ya no de Rimbaud. O, por el contrario, la poesía de Jorge Guillén, toda ella como una traducción del mejor Valéry y El Cementerio marino en español como obra cumbre del autor malagueño, por no hablar de La tierra baldía, obra de ¿T.S. Eliot? ¿O de Ezra Pound, il miglior fabbro?

    Y es que, para que una buena traducción llegue a serlo (y a mí me parece que la buena poesía es, antes que nada y después de todo, testimonio fehaciente del milagro de la traducibilidad), la lengua poética resultante ha de ser creación, no recreación ni representación. O, como ha dejado escrito Adonis, el más reputado poeta árabe vivo, "algo más que un instrumento de trasvase o de entendimiento, pues lo es de hallazgo y descubrimiento… Nos susurra para que lleguemos a ser, mucho más que para que comprendamos… Esta lengua es acción, semilla de movimiento, reserva de potencialidades. En ella la palabra es más que sus letras y música. Tras sus letras y sílabas tiene una sangre propia, un ciclo vital propio. Es un ser que oculta su esencia en la sangre, no en la piel. Y resulta natural, entonces, que la lengua sea inspiración, no esclarecimiento".

    No creo equivocarme al afirmar que a ello aspiramos quienes creemos escribir como vivimos.

    Reciba un cordial saludo,

    Marwan Landulsi

  • JOSE I DIEGO LIDOY

    JOSE I DIEGO LIDOY

    11 months

    Querido Fernando:

    Me hubiera gustado coincidir en persona en el Auditorio, como la vez que nos encontramos en el recital de Sokolov, pero, aunque disponía de entrada para oír la “Patética” en la versión de Currentizs, la semana me trató tan mal que no tuve ánimo ni de ir a retirarla de taquilla. Yo mismo intuyo que pudiera convertirme- y me resisto- en una figura patética. Tú gozas de un destierro en tierra ajena, yo lo padezco en la propia queriendo marchar. Tu eliges rechazar el mundo editorial, yo soy vetado por cierta complejidad multidireccional de mis textos, y ya no sé bien si quiero publicar. En el programa se incluía la “Metamorfosis de Strauss a modo de advertencia.

    Somos una constante metamorfosis. Así, te sientan bien los ropajes de Marwan: el discípulo que no imita a su amo puede convertirse en su maestro. Y ¿quién es el maestro y quién el discípulo? Tú necesitas a Marwan para resonar y Marwan te necesita a ti para dejarse oír de nuevo. Tu voz permanece intacta, como nueva, a través del viento de los tiempos. Diez años entre un poemario y otro, siglos desde los versos de Marwan.

    Demasiado para la época de la de la fotocopia, de la clonación, de la reproducción en 3D, del fast food (permíteme usar a conciencia la expresión inglesa, que suena más fea que la de comida rápida) cultural, de las series en serie; en fin, de los productos industriales, también de los llamados libros, que hay que entregar a mercado cada dos años, precedidos de los consiguientes articulitos en prensa a que obligan los contratos con las corporaciones editoriales. Siempre seremos carne de olvido, pero ahora no hay que esperar a la postrera: nadie hablará de nosotros aunque estemos vivos: “Y todo está unánime en silenciarnos, mitad/ como ignomina y mitad como indecible esperanza”, escribió Rilke en la Segunda Elegía. El Antropoceno mismo se augura una era efímera.

    Porque diez años es el tiempo que tardó Rilke en componer Elegías del Duino, y esta cifra me daba vueltas hasta que establecí la analogía con tus transcursos creativos. El mismo abismo de silencio donde se balancea la palabra buscada.

    Bajo el formato de libro, pongamos que de poemas, abundan hoy, como siempre, por lo demás, palabras muertas o semimuertas excretadas por juntacadáveres, que con autoindulgente benevolencia se denominan a sí mismos juntaletras. Los significados son rebajados a significantes, los signos a insignias. Marcel Duchamp entendió esto y denominó ready mades a los elementos previos que, sacados de su función, y desde todo punto de vista indiferentes al “gusto”, se reconvertían mediante su exhibición en “obra de arte”. Pareciera que más del noventa por ciento de los catálogos de poesía son ready mades involuntarios, ridículos, restos de palabras encontrados en el vertedero de sentimientos que no alcanzan a expresarse.

    Evidentemente, no es tu caso. Como aficionados a la Música- que no es solo sonidos- sabemos que una cosa es digitar, otra tocar y otra interpretar. En tu condición de arabista y traductor, sabrás que verter un idioma a otro e interpretarlo son cosas muy diferentes. Esta misma diferencia es la que hay desde la concepción de un poema a su escritura y reescritura.

    El escritor es un ser en apnea. No sabe si regresará a la superficie. Los escribas solo transcriben como notarios, dejémoslos en su alfombrilla plácidamente satisfechos con sus escrituras. Noticia, no es un producto industrial, y tampoco ( lo que para muchas textos ya es mucho) solamente artesanal; porque, si bien todo objeto artístico lo es necesariamente artesanal, no todo objeto artesanal es un objeto artístico. Es frecuente que un poema se quiebre por una palabra de más, por un giro eufónico, por una vacilación en la elipsis, por afán de explicarse, por un adjetivo en falso, por una emoción mal timbrada, por intoxicación verbal, o por la inmadurez del fruto y de quien debe recolectar el fruto.

    Diez años dan para dejar que la intuición cale y se haga corpórea. Para que los ojos se acostumbren a la oscuridad, para que se acuñe la moneda. Es atinada tu observación sobre la constante que te trabaja: la diferencia, la otredad; esquivas la simple repetición siendo fiel a tu husmeo en las versiones de lo mismo en lo diferente. Nada de qué lamentarse, ¿las fugas de Bach?

    La palabra debe saber guardarse. Calibrar su peso, su textura junto a otras, no dejarla escapar como salivación animal. Atrapar el viento: “El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene, ni a dónde va […]”(Juan 3:8) Y termina el fragmento de las sagradas escrituras, que modifico sustituyendo la palabra “Espíritu”, pues me desagrada la sistemática espiritualización, una pareidolia más, de los saquedores de humanidad: “así es todo aquello que es nacido del Poeta”.

    Te dejo a la búsqueda de un objeto singular, tu próximo libro. Eso que no es mero significante y porta un significado, aunque la palabra misma sea hoy anatema en el mundo del entretenimiento y el espectáculo. Te deseo que, además de ser un objeto singular, sea un objeto original, pues es a lo que ya debes aspirar. Aquel que, sin renunciar a los anteriores, descubre elementos que ningún otro previo a él contenía, y que los que le sucedan después habrán de tener en cuenta de una u otra manera para su construcción. El puente románico de piedra en un pequeño pueblo de montaña bajo el que surcan las aguas del deshielo es el mismo puente de tirantes de acero sobre las aguas de un sucio y caudaloso río en la megalópolis.

    Puede ser que ahora sí sucumbas a tu propia maldición y, aunque Noticia no es inferior a Diferencias, vibre en una dimensión menor. Y qué:”Lo infinito queda sin describir/ Entre el ascenso y el descenso” ( Rilke, últimos poemas , entre 1922 y 1926).

    En la trayectoria del vuelo, la dirección surge de los obstáculos.

    Un abrazo fuerte:

    José Ignacio de Diego Lidoy

  • Jmg

    Jmg

    11 months

    Suerte maestro !

  • Marwan Landulsi

    Marwan Landulsi
    Author

    12 months

    Querido José Ignacio:

    Destinado en Corella, a la distancia debida asisto con agrado al intercambio epistolar que, a propósito de la publicación de la "Noticia..." de Marwan Landulsi mantienes con su autor, mi pupilo, casi mi ahijado. Y digo "con agrado" primero por la amistad que os profeso (ya sabes que, para mí, como sostiene cierto proverbio judío, "el paraíso es ver sonreír a los amigos") y después porque creo firmemente en la comunicación literaria -y cuanto más formal mejor: a través de epístola o en tertulia, al modo de los antiguos- como ocasión para el encuentro, el reencuentro y el desencuentro no solo con otros literatos sino también con los otros literatos que viven en uno mismo.

    Porque, ¡qué feliz intuición la tuya, querido José Ignacio, al hacerme observar que tal vez "Fernando Andú, el arabista y profesor, es un heterónimo de Fernando Andú, un poeta nómada que ya no es contemporáneo, si acaso coetáneo, de los vientos de 2023". Y es que pienso que, al menos con respecto a mí, tu sospecha está más que fundada; de hecho, pienso que estás en lo cierto y que, por el camino de la reflexión -y la comunicación literaria-, has esclarecido un asunto que a mí, primer, que no mejor, lector de mi propia obra, no dejaba de intrigarme desde hace tiempo: ¿Por qué elegí para mis poemarios títulos como "En OTROS términos" o "DIFERENCIAS"? ¿No sería más bien que fui elegido por ellos pues en realidad no hacía otra cosa que escribir versiones sobre un MISMO tema? ¿De dónde el estilo enérgico-vehemente, al modo de mi admirado Paul Celan, que preside "Invenciones de las cárceles" (¿Las cárceles del yo?) y, casi al mismo tiempo, el más remansado y metafórico de las "Diferencias", con mi no menos admirado Saint-John Perse al fondo? Este desdoblamiento, ¿acaso no tenía que ver con ese heterónimo del que hablas que pugnaba por salir del magma indiferenciado de la persona poética conocida como Fernando Andú? ¿Qué suerte les reservará a ambos, heterónimos o no, el destino: vivir, morir en otra voz, la de Marwan Landulsi?

    Quiso el azar (el azar y una magnífica interpretación de la "Patética" de Tchaikovsky en el Auditorio) que anoche parase mientes en la muerte por poesía. Y, claro, recordé el caso de Al Mutanabbi, el Poeta por antonomasia entre los árabes, que, ciertamente, murió de poesía, pues, habiendo escrito encendidos panegíricos en honor del príncipe de Alepo, Sayf Ad Dawla, que encarecían su gran valor y coraje, cuando al poeta le llegó la hora de probar los suyos en cierta encrucijada de caminos con unos salteadores que atacaron la caravana en que viajaba, ante la disyuntiva que se le planteaba: huir y permanecer con vida, o enfrentarse a ellos y rubricar sus escritos pagando con la vida, optó por lo que le pareció menos indecoroso y pereció a manos de maleantes, por desgracia para él y para nosotros, poco versados en poesía.

    "En mi comienzo está mi fin", dejó escrito Eliot (otro de los grandes) en uno de sus "Cuatro cuartetos", y, a punto de concluirlos: "No cesaremos en la exploración/y el fin de todas nuestras búsquedas/será llegar adonde comenzamos,/conocer el lugar por vez primera". Para terminar lo que tú comenzaste en la segunda carta a Marwan permíteme que como arabista te explique la metáfora a la que aludes al principio de ella: "... fui/pródigo en cenizas". "Pródigo en cenizas" es un calco semántico del árabe ("kathitu-r-ramad") referido a la costumbre de ofrecer un fuego (una hoguera, un hogar) cuando llega la noche no solo a los amigos sino también a los nómadas descaminados. Fiel a esta costumbre, que perfeccioné en contacto con la gente de bien que me acogió en Túnez cuando me vi en parecida tesitura a la del gongorino "caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado", te ofrezco a ti, amigo mío, y a quien llegare a leer estas letras este fuego y las cenizas de un pensamiento, a saber: que así como "un sabio no tiene ideas", que decía Confucio, pues de esta forma puede, llegado el caso, albergarlas todas, tal vez un poeta no debería tener nombre y ser, como afirma de sí mismo Marwan Landulsi en "Noticia" y probó fehacientemente Al Mutanabbi al morir de poesía, únicamente hijo de su palabra.

    Recibe un fuerte abrazo,

    Fernando Andú

  • JOSE I DIEGO LIDOY

    JOSE I DIEGO LIDOY

    12 months

    Estimado Marwan Landulsi:

    No hablaré directamente de mí, no hace al caso, sino que recordaré estos versos de su amigo y colaborador, actualmente en paradero desconocido, Fernando Andú, cuya última noticia la tuve en una terraza durante el templado otoño pasado: “fui/pródigo en cenizas”.

    Pertenecen al libro que él mismo considera, impiadosamente, su obra maestra, Diferencias, publicado en la editorial Eclipsados justo hace los diez años que deja pasar el maestro entre cada una de sus deslumbramientos poéticos. No se hace justicia, a la vista de esta Noticia. El peso de las palabras desaparece cuando se las invoca desde su plenitud, despojadas de la banalidad de la comunicación, se vuelven piedra en la honda, vuelan, maduran en la página y alcanzan en el lector su esplendor. Y es lo que, con su intermediación, ha conseguido nuestro común amigo. Ambos, entonces.

    Los poemas son tiempo que sobrevive a su tiempo pero condenados, como obra humana, a sucumbir en ceniza al fin de los tiempos. También los poemas son silencios, el espacio en blanco entre cada palabra y entre cada verso, entre cada respiración tomada para insuflar el verso y el siguiente verso, y el siguiente hasta llegar al final de la inmersión poética. Todo ello, silencio y tiempo, se contiene en el quehacer del señor Andú, aquejado por el mal de la personalidad multiplicada que los espejos interiores reverberan en el Callejón del gato. Andú lo ha condenado a existir. Le queda, pues, toda una condena que cumplir bajo el signo de este Daimon angélico que es el don de la creación.

    Por ello, lo felicito y también, créame, compadezco. Sufrirá, pues es su trasunto, la misma maldición que sufrió Fernando tras la culminación de Diferencias, esto es, que ya había culminado su trayectoria, que nunca podría ir más allá, y que la misma maldición pesaba sobre todos los creadores que en el mundo han sido, incluyéndome a mí. No digo que no tenga razón, pero en su caso la ha roto. Él, de gestaciones rituales, lentas, geológicas, ha guardado lealtad a su condición de poeta, de la que nunca ha dudado al margen de tautologías nominalistas (es poeta quien hace versos).

    No dormirás bajo la losa monumental de esta Noticia de Abu- l- Alá. Te verás obligado a elegir entre el mutismo o ser tu propio epígono (como yo mismo pienso que lo soy de mí mismo, náufrago de mis pretendidos aciertos), aprendiz tanto de Andú como de Abu- l- Alá. Quizá él, en 2033 se vea necesitado de un nuevo heterónimo para descender hasta la cumbre de una nueva obra. O de varios.

    Por cierto, empiezo a sospechar que Fernando Andú , el arabista y profesor, es un heterónimo de Fernando Andú, un poeta nómada que ya no es contemporáneo, si acaso coetáneo, de los vientos de 2023. Navega por otras aguas futuras, las mismas que bañan las orillas del pasado. ¿A cuál de ellos has conocido? Uno debe inventarse a sí mismo, criatura de ficción, para no morir antes de la hora.

    Imagino que Álvaro de Campos no quiso encontrarse con Alberto Caerio, también remiso, cuando Pessoa los convocó en Sintra, sin que se personara ninguno de los tres. Y tú, canta, oh Musa, el poema ” Por la carretera de Sintra…”:“En la carretera de Sintra, cerca de la medianoche, al claro de luna, al volante,/En la carretera de Sintra, qué cansancio de la propia imaginación,/En la carretera de Sintra, cada vez más cerca de Sintra,/En la carretera de Sintra, cada vez menos cerca de mí…”. A tu condición, permite esta última observación, quizá algo condescendiente, hay que añadir la sombra milenaria del poeta sirio Abū al-ʿAlāʾ al-Maʿarrī , que resuena desde su olvido renovando los ecos de esa única voz cíclica que no responde a un tiempo lineal, histórico; la voz que se hace propia carnadura al margen de la palabra de los mercados, las imágenes prefabricadas, el esputo low cost o el espectáculo pornochic de los feriantes de la política y los cómicos de la lengua.

    Nunca llegaremos a Córdoba, como dejó escrito García Lorca; siempre estaremos entre Lisboa y Sintra, y si llegáramos a Sintra querríamos seguir en Lisboa tanto como si permaneciéramos en Lisboa nos ardería el deseo de partir hacia Sintra.

    Pues la poesía es el camino. Y el presente es el alfa y el omega, amanecer y anochecer al tiempo.

    Ha sido un placer tener noticia suya. Le deseo lo mismo que para mí y para nuestro Andú, citando de nuevo su poema “Aduar” (campamento de beduinos):“ en esta hora! sobre una rambla/ abrazo/ nubes

    Un cordial saludo:
    

    José Ignacio de Diego Lidoy

  • Marwan Landulsi

    Marwan Landulsi
    Author

    12 months

    Estimado José Ignacio de Diego Lidoy:

    También yo tenía noticias suyas gracias a nuestro común amigo, Fernando Andú, que me ha hablado mucho y muy bien de las conversaciones literarias que mantienen ambos a dos de cuando en cuando. En el curso de alguna de ellas, me comentaba, le confesó el motivo por el que ha abandonado la escritura -ignoramos si temporal o definitivamente-, a saber, cierta idea peregrina que obsesivamente le ronda la cabeza: que todo escritor únicamente escribe un libro a lo largo de su vida -un buen libro, apostillaba- y que él ya había escrito el suyo, "Diferencias", por lo que, en tanto no cambie de parecer, prefería dar por terminada su carrera literaria. Aunque Vd., al parecer, se mostró en franco desacuerdo con esta idea -en actitud que comparto, pues ¿qué destino efímero se le reservaría a un escritor precoz, como es mi caso?-, Andú encarecía mucho al respecto un libro que Vd. publicó en Mira Editores hace tiempo, "Los polos de la inaccesibilidad absoluta", obra, en opinión de nuestro amigo copoeta, dotada de pasión, rigor y exigencia, nada fácil de leer por ello pero ejemplo de una literatura en vías de extinción, por la que, ahora sí, apostamos los tres, que escribimos lo que escribimos concentrados en nuestra tarea y sin hacerle concesiones a nadie, tampoco a nosotros mismos.

    Aprovechando la ocasión para manifestarle mi deseo de conocerlo en persona y tratar de lo humano y de lo divino si se tercia, se despide de Vd. muy cordialmente,

    Marwan Landulsi

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