#01 / Entrevista a Pedro Gallego fundador de La Gran

LA GRAN, ARTE PARA VESTIR LA CASA Y EL CUERPO

**Hace una década vivimos el resurgir de la obra artística seriada y numerada que poco tenía que ver con el papel y sus técnicas de reproducción: el llamado objeto de artista.

Centrales de diseño o empresas independientes se dieron cuenta de que, en algunos casos, artistas de prestigio tenían ideas sobre objetos consumibles que adaptaban a sus respectivos discursos estéticos y conceptuales. Algo así como una actualización de lo que hiciera Picasso con la cerámica, ampliada a otras disciplinas del diseño y la artesanía. Era un juego, pero también una posibilidad de negocio que vinculaba diseño industrial de calidad con creación artística contemporánea. En esta estela, La Gran, fundada por Pedro Gallego de Lerma en Madrid, vino a rellenar el hueco existente en nuestro país: una empresa inspirada en similares japonesas o anglosajonas, pero con ideas y creadores de primer orden radicados en la península: gente más o menos de su generación, como Marina Núñez, Enrique Marty, Bene Bergado, Alicia Martín o Mateo Maté que ha ido ampliando con los años, incluyendo a Marta Serna, Rosalía Banet, Assaad Awad, Pedro Sequeira, Elena Fernández Prada o Ignacio Pérez-Jofre. Y también a diseñadores con un modus operandi y voluntad similar a los del arte, como la diseñadora de joyas portuguesa Estefânía R. De Almeida.**

¿Cuál es el origen LaGran?

Todo surgió en conversaciones con amigos. Hablando con Marina Núñez, por aquella época mi pareja, nos dimos cuenta que su trabajo, que tenía una fortísima carga generacional, no llegaba nunca a manos de la gente de su edad, la destinataria ideal. La poseían instituciones o coleccionistas con el poder adquisitivo suficiente, generalmente mayores, que apenas pertenecían al mundo en el que nos movíamos. Nos pareció una injusticia, así que empezamos a darle vueltas, a discutir con más amigos cómo crear un arte seriado y asequible para personas como nosotros, y así fueron saliendo las primeras piezas y colaboraciones.

“FRAGMENTUM”, JABÓN-LIBRO DE ARTISTA de Elisa Terroba, 2014.

Hacha. Elisa Terroba, 2012.

¿Cómo seleccionáis a los artistas?

Me temo que por criterios subjetivos o de afinidad. Y también de viabilidad de los proyectos. Somos una empresa pequeña, pero con la suerte de estar muy cerca del talento. Gran parte de toda una generación de artistas son amigos muy cercanos, es fácil hablarlo con ellos y llevarlo a cabo, hay confianza mutua. También llamamos a la puerta de artistas que otros nos recomiendan. Desgraciadamente, no podemos acometer todos los proyectos, aunque tratamos siempre de investigar cómo realizarlos. Es un trabajo meticuloso y absorbente, pero somos muy conscientes también de nuestras capacidades reales.

¿Qué pautas le dais?

Yo intento no poner cortapisas salvo si alguien llega con un proyecto que es realmente inviable. Hay piezas de producción complicada, y otras en absoluto. Las que más, ahora mismo, el libro-estante de Alicia Martín y el apoya cuchillos de Mateo Maté. Las que menos, probablemente las joyas y los tatuajes falsos. De hecho, Mateo me propuso primero la sartén ibérica (una sartén doble para hacer tortillas con la forma de España), que había intentado hacer en serie y nadie le producía. Nosotros tampoco pudimos: nos pedían un mínimo de 5.000 unidades, a un coste considerable. Así que nos fijamos en el apoya cuchillos, del que había hecho una serie ya.

¿Es complicado mantener los estándares de calidad del arte en un engranaje industrial?

Tienes que investigar mucho, perseguir mucho, y hablar con muchos distribuidores y fabricantes, sí. Y ser consciente de que no puedes bajar la calidad, y que el producto tiene que ser lo más aproximado posible a lo que desea el artista.

¿Por qué dedicáis parte a la producción de joyas?

Ha sido casualidad. También es verdad que el hecho de que sean joyas facilita muchas cosas: de la producción al almacenaje y el transporte. Estas piezas se comercializan mejor, son más “fáciles” para el público. Y también creo que dan su punto de “bien de lujo”, que son apreciables. Aunque trabajamos con materiales cuanto menos poco frecuentes. Las joyas en poliuretano flexible de Marina Núñez fueron las primeras que se produjeron. Están, como casi todo nuestro catálogo, muy vinculadas a su investigación artística en aquel momento. Lo mismo pasa con el trabajo de Rosalía Banet, esas cabezas que recuerdan a sus gemelas y a sus instalaciones, en resina horneada o las de Marta Serna, que expuso piezas similares a las joyas que hace para nosotros, en metacrilato cortado a láser, de mayor tamaño y para pared, en galerías de arte. Nuestras últimas adquisiciones son los alfileres de Pedro Sequeira, realizadas en un cemento muy ligero, o las de Estefânia R. De Almeida; esos tallos de rosas en bronce, o el broche hoja de Assaad Awad, que éstos sí funcionan de forma más convencional, con su baño de oro y oro rosa o plata.

También producís calcomanías y falsos tatuajes. ¿en qué momento visteis que el cuerpo era otro tipo de lienzo?

Esta idea parte de ir a inauguraciones de exposiciones de Enrique Marty. A todo el que se ponía a tiro, el artista le pintaba algo en el cuerpo, con un rotulador. Y funcionaba: a la gente le hacía gracia tener un dibujo efímero de él. Llegó un momento en que, antes de la inauguración, nos pasábamos por su casa para que nos pintara cosas más elaboradas que luego lucíamos en la inauguración y el resto de la noche. Ahí nos dimos cuenta que era un buen soporte para nosotros y para el artista, que pronto llevó su afán de dibujar también a las paredes. De ahí surgió la colección de hojas de tatuajes a modo de calcomanías, que duran de tres a cinco días sobre la piel.

Está claro que joyas y tatuajes se pueden llevar, formando exposiciones, en el propio cuerpo, como si éste fuera una galería. ¿Recomendáis llevarlas como expo antológica, individual, o también funcionan como colectiva?

Yo personalmente me inclinaría por muestras individuales. O colectivas… pero comisariadas, por seguir el juego (ríe). Eso de ponerse al tuntún algo de uno y otra cosa de otro, no señor. Tiene que ser una cosa meditadísima, y buscar las conexiones y los lugares. Nosotros ya sabemos que algunas piezas de Marina con otras de Enrique quedan bien. Hemos visto a gente con individuales de Marina: collares y anillos. Pronto llegarán los pendientes. Otras combinaciones resultan más difíciles, pero ahí invitamos a cada cual que ejerza de comisario, o se busque a uno real que le monte una expo en el cuerpo.

Guillermo Espinosa